Diario de León

TRIBUNA

TRIIBUNA / Consecuencias del maltrato en la infancia

La persona que sufre maltrato y en especial, cuando es niño, lo sufre en su integridad, lo que conlleva que el desarrollo de su personalidad se va a ver entorpecido y alterado en todas las áreas que la conforman

Publicado por
JOSÉ LUIS SANTOS CELA / Doctor en psicología
León

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Cuando ya toda nuestra población-promesa ha iniciado o retomado sus avatares educativos, desde los más lúdicos a los más tediosos, los distintos centros educativos, desde las escuelas infantiles a la universidad, han realizado o están realizando sus planes de trabajo, aunque con distintos nombres, pero con una misma finalidad, que permita avanzar en la formación de la persona (el alumnado) en los distintos ámbitos que, íntimamente interrelacionados, la conforman. 

Pues bien, estos ámbitos, cognitivo-científico, emotivo-social, psicomotriz, cultural….integran lo que denominamos la personalidad de cada individuo como constructo psicológico. En esta ocasión, y dada la amplitud y la complejidad del tema, me referiré a la repercusión en la formación de la personalidad en un subconjunto del alumnado que, aunque pequeño porcentualmente es excesivamente grande por sus nefastas consecuencias. Se trata del niño/a que sufre maltrato.

El objetivo de este artículo, por las características del medio donde se publica, busca conectar con el lector profesional de la educación, así como con aquel interesado por los procesos evolutivos de la persona.

Comenzaré con la definición de la RAE.

Maltrato: Acción de maltratar

Maltratar: Tratar con crueldad, dureza y desconsideración a una persona o a un animal, o no darle los cuidados que necesita.

Llevando este término al tema que nos ocupa, el maltrato infantil o abuso infantil, se viene entendiendo como cualquier acción u omisión no accidental en el trato hacia un menor por parte de sus padres o personas con responsabilidad en su educación, que le ocasiona daño físico o psicológico (cognitivo o emocional) y que amenaza, o puede llegar a amenazar, el desarrollo de sus funciones. Es obvio que esta forma de entender el maltrato infantil queda, desde mi punto de vista, incompleta ya que el acoso escolar o bullying, en sus distintas versiones, personal o a través de las denominadas «nuevas tecnologías», puede llegar a producir entre iguales un maltrato de tales dimensiones que en algunos casos produzca un desenlace fatal, cual puede ser el suicidio.

Aceptando así el maltrato infantil como plural en el origen, aunque singular en la persona-víctima, se han dado multitud de clasificaciones o tipologías, si bien todas coinciden en lo básico: un maltrato físico, por acción u omisión, cuyas consecuencias son el daño físico en la víctima (golpes, negligencias,…); un maltrato psicológico, también por acción u omisión, cuyo finalidad es causar daño en el estado de ánimo de la víctima, con sus consecuencias a nivel intra e interpersonal, y, un maltrato sexual, donde el componente más importante es el abuso al menor (edad a la que nos estamos refiriendo) cuando hay un componente de fuerza, emocional o de superioridad por autoridad o poder, que lleva a la víctima a ser sujeto de acciones con connotaciones sexuales.

Si bien todos los saberes son muy proclives a las clasificaciones, en el caso que nos ocupa entiendo que los efectos de cualquier maltrato no se pueden parcelar, máxime en la edad de la infancia y adolescencia y aunque admitamos la posibilidad de que un ámbito esté más afectado que otro, la persona lo sufre en su integridad; integridad que vamos a identificar, en esta ocasión, con ¡personalidad!

Pero, ¿qué entendemos por personalidad? Sin entrar en un sinfín de definiciones que no tendrían cabida ni sentido en este artículo, lo que sí podemos establecer de forma unificada es que la personalidad del individuo resulta de la conjunción de factores heredados que se complementan y modifican con otros, que podríamos denominar ambientales, tales como el aprendizaje, la experiencia, la convivencia….factores estos que, según las teorías dinámicas o de los estados, es en la niñez cuando conforman un núcleo básico de la personalidad que no sufre alteraciones en esencia a lo largo de la vida.

Dicho lo anterior, la persona que sufre maltrato y en especial, cuando es niño, lo sufre en su integridad, lo que conlleva que el desarrollo de su personalidad se va a ver entorpecido y alterado en todas las áreas que la conforman, alteración, que si no se trata adecuadamente, va a acompañarle el resto de su vida. Esta alteración, tanto en grado como en amplitud, va a depender de múltiples factores: edad de la víctima, fortaleza y apoyo emocional, relación maltratador-maltratado, formas de agresión (física, intelectual, moral,…..), frecuencia, intensidad….; y en función de ellos podrían surgir trastornos de distinta naturaleza que podríamos englobarlos en «trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual de la infancia y adolescencia» (CIE10): trastornos hipercinéticos, disociales, de las emociones, del comportamiento social, tics…

Algunas conclusiones de las obtenidas de investigaciones en este campo son:

Que el niño sujeto de maltrato y no tratado de forma inmediata será una víctima que arrastrará a lo largo de su vida problemas emocionales intrapersonales y problemas para mantener relaciones sociales de calidad en los distintos niveles, siendo los más comunes: trastorno por estrés postraumático, trastorno disocial negativista y oposicionista, trastorno de déficit de atención e hiperactividad o trastorno bipolar infantil.

Otro estudio concluye que los efectos del maltrato en el periodo de infancia-adolescencia muestra un patrón de síntomas que se podían organizar en tres categorías: un modelo persistente de desregulación, problemas de atención y concentración, así como dificultades en las relaciones interpersonales.

Para concluir, sugiero como propuesta de afrontamiento educativo:

Aplicar de forma efectiva en los centros escolares el protocolo de prevención sobre el maltrato infantil, en sus distintas variantes, por todo el personal que trabaje en el centro (docente y no docente), previa formación e información al respecto, según la función de los distintos profesionales. 

 Desarrollar un programa específico con el alumnado (contenidos y actividades) que fomente valores intra e interpersonales, a la vez que se le dé pautas para trasladar al profesor/a correspondiente situaciones con indicadores de maltrato, y, 

Que ante la detección de indicadores de maltrato o información al respecto, se actúe de forma inmediata siguiendo el protocolo de intervención establecido.

¡Si ayuda, objetivo cumplido!

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