Diario de León
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León

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La paloma de la paz siente alergia a todas las formas de la violencia aunque se disfracen para la puesta en escena. Los lobos carniceros -y todos los lobos lo son- resultan más peligrosos cuando se visten con piel de cordero. La paloma de la paz huye asustada ante los errores del pensamiento que someten a la verdad a un proceso vergonzoso y cobarde: La manipulación burda de la noticia, la deformación de los hechos, las campañas orquestadas por los sembradores de cizaña, las viles campañas del silencio contra personas o medios de comunicación honorables, los testigos falsos que arruinan el honor personal o familiar, el cinismo de las medias verdades que turban la conciencia con ramalazos de duda y de sospecha. La paloma de la paz llora inconsolable cuando divisa y oye a la jauría de perros nerviosos en las cacerías organizadas por el sectarismo y la intransigencia. La paloma de la paz siente el plomo en sus alas cuando ve a los «pacifistas» rompiendo lunas, alzando barricadas, arrancando cabinas, quemando banderas... Cuando gritan como energúmenos contra las dictaduras y veneran como paletos y fanáticos a los dictadores de su cuerda «siniestra». Cuando organizan manifestaciones con pancartas y altavoces por intereses creados de grupos políticos. La paloma de la paz se arrastra por el suelo cuando, en nombre del «progreso», hay más pobres y los pobres son más pobres. La demagogia progresista ha llenado las calles de parados, de delincuentes y de terroristas. La paloma de la paz llora amargas lágrimas de sangre cuando los que festejan la abolición de la pena de muerte para ladrones, narcotraficantes, criminales y terroristas, piden a gritos la pena de muerte para los inocentes, los seres más frágiles y desprotegidos de la sociedad, con el aborto que es «Licencia para matar». El hombre pacífico debe ser un abanderado de la transparencia en el pensar armónico, en los planteamientos ideológicos, en la expresión corporal, en los compromisos religiosos y civiles, en los detalles significativos de la convivencia y en el estilo de vida. El hombre pacífico debe ser, ante todo, un hombre de honor. José Manuel Peña Rodríguez (León). Las recientes declaraciones del presidente de la Federación de Lucha me han dejado la mar de perpleja, por no decir pasmada. Todo es pura y simple autocomplacencia y mirarse el ombligo. Para nada aborda los aspectos conflictivos de la lucha leonesa -tampoco se le interroga sobre ellos en la entrevista, los verdaderos problemas como son el tema de las lesiones, la exageradísima duración de los corros, la obsoleta puesta en escena de éstos, la rancia imagen general de la lucha leonesa, la renovación pendiente de la Liga por Equipos, las competiciones en la lucha de base y juvenil que he presenciado alguna y dan pena y etcétera, etcétera, etcétera. Así no vamos a ninguna parte, presidente. Sus adormecedoras declaraciones, además de no reconocer los fallos a los que no supo hacer frente en estos dos años, no aporta absolutamente ningún atisbo de cambio serio y en profundidad. Así mal se puede poner remedio a una situación que sólo jalean los que van a gusto en la burra, pero cuyos supuestos logros no percibe la mayoría silenciosa -y sufrida- de la lucha leonesa. En cuanto a proyectos... ¿qué proyectos, presidente? Ketty García Ruiz (Madrid). «Hay que terminar con la violencia doméstica mediante el diálogo». No le he oído ni leído a nadie esta expresión. Bien al contrario, se recomienda la denuncia; la Administración exhorta al alejamiento y apresta lugares de acogida. Al maltratador se le aplica la ley. Sed lex, dura lex. Tolerancia cero con los maltratadores. Vale. Yo deploro el maltrato y odio la violencia, venga de donde venga. Pero cuando se sabe de dónde viene hay que atajarla con la ley en la mano. Sin embargo ¿por qué no es lo mismo con la violencia terrorista? Mucha in geniería lingüística y pocos hechos. El presidente del Gobierno de todos los españoles sigue queriendo negociar con unos asesinos. Muchos dirigentes políticos de varios partidos condenan pero no actúan. Muchos medios de comunicación amparan estas actitudes incívicas, mejor dicho, innobles e inhumanas. Acaban de matar a dos conciudadanos, dos personas, no importa su lugar de nacimiento. Y lo han hecho los mismos que han matado a cerca de otros mil, los mismos que practican la violencia urbana, que chantajean, amedrentan. Hay muchos tipos de violencia, y todas las ejercen estos criminales. ¿Qué hay que negociar con ellos? ¿Qué se puede negociar con un asesino? El asesinato de la T-4 vuelve a dejar claro por enésima vez que no se puede, ni debe, negociar con quienes matan. Una y otra vez. A los asesinos los detiene la Policía y la ley los envía a la cárcel. No hay ningún conflicto político ¿estamos en democracia o no? No hay ninguna guerra que precise de un alto el fuego ¿Dónde están los dos bandos enfrentados? Que nadie se llame a engaño, no es posible detentar el poder presentando una falsa paz, a costa del sufrimiento del pueblo. Eso tiene un nombre: ¡tiranía! Antes la verdad que la paz, dijo Unamuno. Hay que tener valor para enfrentarse al ma l si queremos ser libres. María Josefa Gavilán Castro (León). José Antonio (León; edición digital).

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