Diario de León

TRIBUNA

La Virgen del Mercado, la antigua del Camino

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ES una litografía de una enorme intensidad emocional, una lámina de una fuerza espiritual concisa y rotunda que, cada Viernes de Dolores, desemboca en una extraordinaria manifestación de religiosidad popular. Y es que tal día como hoy, y desde tiempo inmemorial, la Semana Santa de León tiene su punto de partida en la iglesia románica de Nuestra Señora del Mercado, un templo de tres naves, con hechuras de sepulcro, enclavado a la vera del milenario Camino Francés. En dicha festividad litúrgica, «cuando atardece», como recogen diversas crónicas y documentos, y una vez concluido el novenario que se hace rogativa por la paz del mundo, así que los bronces parroquiales propagan su sonido por todos los cuadrantes, la celestial Señora avanza por la nave central del recinto sagrado, y es entonces el momento en que piedad y devoción hallan una sólida fórmula de expresión en la oración cantada, fervoroso ejercicio comunitario que lo mismo diluye pesadumbres y tristezas en las almas creyentes, que acrecienta la esperanza en los corazones atribulados. La escena es un documento visual que tiene valor de crónica. Indudablemente, este cortejo procesional de «La Morenica del Mercado» descansa en los pilares de la fe y la tradición. La talla, sedente, al pie de la cruz, con el hijo muerto entre los brazos, ha sido fechada en los albores del siglo XV. «Y aunque carecemos -dice Arturo Álvarez Álvarez, de la Sociedad de Escritores y Artistas, (Tierras de León, números 32 y 33 [31 de diciembre de 1978])- de todo documento que nos ayude a buscar su origen, el exacerbado patetismo y expresividad de la Virgen, el quebrado de sus vestidos y otros detalles, tal vez podrían llevarnos a pensar en la influencia de la escuela borgoñesa del holandés Claus Sluter (1340-1406), habiendo podido salir, quizás, del taller de su discípulo Jannin de Lomme, que trajo a Castilla y a Aragón su estilo y modos escultóricos. Por supuesto, creemos se trata de una pieza muy superior, artísticamente hablando, a la que, un siglo más tarde, tomaría su nombre y copiaría el modelo, en las afueras de León». Firmemente enraizada en el alma de los leoneses, los trazos y perfiles de la Virgen del Mercado, que concentra fervores y devociones, son fiel trasunto de las palabras de Guardini vertidas en su obra «Jesucristo»: «Cuando se quiere conocer totalmente un árbol en su especie, se mira también el suelo y el fondo en que se hallan las raíces y de dónde le sube la savia al tronco y a las ramas, a la flor y al fruto. Así, bien será que miremos al suelo y al fondo de donde brota la figura del Señor, a María, su Madre». Aguafuerte inserto en la intrahistoria de esta capital del Viejo Reino, grabado secular que dota a la veneración de plasticidad y policromía, esta procesión de la Dolorosa es el primer cortejo penitencial de la Semana Santa de León. Piedad y austeridad son sus valores más acusados, sus coordenadas vitales que, desde luego, son las claves del carácter leonés. Por otro lado, la escenografía urbana presta un expresivo marco al entrañable itinerario que recorre la sagrada imagen, un recorrido de un intenso sabor medieval, festoneado por los indicios de la romanidad, que convierte cada zona del trayecto en un balconcillo entreverado de fe, en una galería propicia a la oración y el silencio. La procesión realiza tradicionalmente dos estaciones penitenciales. La primera de ellas, en el convento de las Carbajalas. Entra, solemne, la Virgen en la capilla del femenino cenobio benedictino, y, allí, la comunidad de religiosas le rinde un cálido homenaje anual con la interpretación de una eufónica alabanza. La segunda, en la plaza de Santo Domingo, donde un coro formado por el pueblo de León y los braceros que portan a esta Virgen de los Dolores, entona la Salve con emoción contenida. Hace ahora tres años, a las dos paradas mencionadas, se ha incorporado otra más. Se lleva a cabo ante la capilla del Cristo de la Victoria, en plena calle Ancha, donde la tradición sitúa la casa del centurión Marcelo, patrón de la ciudad, martirizado en Tánger el 29 de octubre del año 298, por haber abrazado y defendido la doctrina de Cristo. A modo de decorado, sirve de telón de fondo la artística portada de la citada capilla (1884-1893), trazada por Demetrio de los Ríos, entonces arquitecto de la S. I. Catedral. Reproducción de la isidoriana «Puerta del Perdón», cuyo tímpano se estima obra del maestro Esteban, y, en palabras de don Antonio Viñayo, «una de las primeras y más vigorosas manifestaciones de la devoción pasionaria leonesa», allí se sitúan los miembros del coro «Conde de Rebolledo». Y después de interpretar un salmo polifónico en honor de la Virgen del Mercado, ofrecen a la Madre Dolorosa un ramo de flores. La feliz iniciativa es obra de los miembros de dicho orfeón, y, por lo tanto, a ellos debe agradecerse tan plausible decisión. El santuario de Nuestra Señora del Mercado, la antigua del Camino, es, hoy, lugar de cita y encuentro. A las ocho de la tarde, la «Sacratísima, Devotísima y Milagrosísima Virgen de los Dolores» comienza su andadura anual por las calles y plazas de esta antigua Corte de Reyes. Atrio y umbral de la Semana Santa de León, es una estampa devocional que se mide por siglos.

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