Diario de León

Shirin Neshat reunió a curadores, artistas, galeristas y expertos de todo el mundo con su trabajo ‘The last word’. Los comisarios del museo lo convirtieron en el eje de la creación contemporánea

Los grandes hitos expositivos

León se ha convertido en capital mundial del arte gracias a algunas de las grandes exposiciones que ha acogido el Musac. Estas son algunas de las mejores

Imagen de la artista Shirin Neshat en el Musac con ‘Te last word’.

Imagen de la artista Shirin Neshat en el Musac con ‘Te last word’.jesús f. salvadores

Cristina Fanjul
León

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Emergencias fue una declaración de intenciones. La gran muestra con la que el Musac presentaba las credenciales artísticas con las que estaba dispuesto a mirar de tú a tú al resto de museos de arte contemporáneo del mundo, las temporadas expositivas del centro leonés han tenido un denominador común: han servido para acercar a España a los mejores creadores internacionales y han contribuido a despertar la reflexión y el pensamiento de los grandes temas que han moldeado el mundo en los últimos 25 años. La última es una de las primeras en el ránking: Ai Weiwei eligió el Musac para presentar su magnético trabajo Don Quixote, una colección de más de 40 obras en las que ha trabajado durante los últimos veinte años y ha vuelto a colocar León como encrucijada cultural mundial.

Grandes fueron las muestras de Shirin Neshat, Pipilotti Rist o Julie Mehretu, tres mujeres que ya están en el parnaso artístico del siglo XXI, pero también las de Fernando Sánchez Castillo, Kyong Park, Hugo Rondinone o Paul Pfeiffer. Desde ópticas absolutamente divergentes, tanto en formación, como en intereses y tipo de creación, todos ellos convirtieron el Musac en el escenario de los grandes hitos artísticos del momento, con propuestas en las que el pensamiento, la agitación política y las reivindicaciones sociales entablaron un diálogo profundo con el público que tuvo la suerte de admirarlas. Shrin Neshat trajo a León la exposición The last word, La última palabra, una colección de imágenes y vídeos sobe la situación de la mujer iraní con la que dejaba constancia de la increíble fortaleza de sus congéneres persas con un trabajo de belleza imponente cuya actualidad residía en la capacidad de la artista de hacer que flotara fuera del tiempo. Las fotografías de las mujeres subyugadas por los ayatolás se imprimían con los caracteres persas de los grandes poetas sufíes, poemas visuales con los que la exposición, comisariada por Octavio Zayas, ha pasado a la historia del Musac. La muestra de Kyong Park, Las nuevas rutas de la seda, se inmiscuyó en los nuevos urbanismos creados por las grandes megalópolis y las consecuencias sobre sus habitantes. El artista profundizó en lo que llamaba la cuestión del estatus contemporáneo y futuro del ‘lugar’ y ‘la identidad’, en condiciones de cambios, fragmentación, y reconstrucción, dentro de la geografía efímera e inestable de nuestras localidades y nuestra herencia. El creador coreano expuso con su trabajo las relaciones entre los movimientos materializados de productos, trabajo y fuentes de riqueza, frente a los movimientos inmateriales de la información, el capital y los servicios sobre los paisajes reales y virtuales de Asia. Una de las instalaciones era Todas las ciudades son la misma ciudad en la que hablaba de la naturaleza de la movilidad, de hasta qué punto el capital de las ciudades se mueve desde donde se pone el sol a aquellas donde sale, de la manera en que la desintrustrialización de las economías nacionales desarrolladas durante los setenta y los ochenta, o el sacrificio singular a las políticas económicas neoliberales que interrumpieron las industrias del estado-nación para alimentar a las estructuras económicas internacionalizadas que están tipificadas por la proliferación y elevación de las corporaciones multinacionales y la legitimización de los estados y las instituciones supranacionales. Una de las exposiciones más sorprendentes fue la de Enrique Marty. Al poco de su inauguración, el Musac montó una feria inquietante, tanto como el universo artístico de su autor, que le dio por título Flaschengeist. La caseta del alemán, un hito creativo que lanzó la carrera del salmantino. En ella introdujo todas las características de su universo. A través de la escultura, la pintura y el vídeo compuso una impactante escenografía con de su particular comedia humana repleta de pasajes oscuros. Enfrentando al espectador a lo siniestro, a esas situaciones en las que lo familiar nos resulta inquietantemente extraño, La caseta del alemán aún se recuerda como una de las mejores muestras del museo. Black city, la deconstrucción arquitectónica de Julie Mehretu, convirtió León en un foro de discusión acerca de cómo desentrañar las tensiones generadas por el individuo en su hábitat. La artista etiope convirtió el museo autonómico en un panóptico con sus lienzos. Mehretu consigue con sus pinturas hacer de la abstracción un espacio que refleja las relaciones de poder que provocan las ciudades en los seres que las habitan. También relacionada con el urbanismo y la arquitectura fue la muestra Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa (SANAA) que visitaron arquitectos de todo el mundo. Por último, un español, Fernando Sánchez-Castillo que, con Abajo la Inteligencia, compartió una compleja reflexión acerca de la Historia de España del siglo XX centrándose para ello en la censura impuesta por el poder, asimilada por artistas e intelectuales en forma de autocensura, y que ha llegado hasta nuestros días.

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