Diario de León

CUANDO LOS ARTISTAS DAN EN EL CLAVO

El arte leonés crucifica con pasión

Grandes artistas leoneses, del románico al renacimiento, pintaron a Cristo moribundo

Crucifixión con el lancero Longinos tallado en el sepulcro de Ordoño II en la Catedral de León.

Crucifixión con el lancero Longinos tallado en el sepulcro de Ordoño II en la Catedral de León.ramiro

Verónica Viñas
León

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No fue un invento romano. Los asirios ya crucificaban a sus enemigos hace 4.000 años. La crucifixión ha sido una de las escenas más representadas en la historia del arte. Los artistas leoneses no se resistieron a la pasión por representar a Cristo moribundo. En San Isidoro y la Catedral hay crucifixiones excepcionales. Un tema crucial en el románico y el gótico, retomado también en el siglo XX por las vanguardias, incluso por artistas manifiestamente ateos como Picasso.

En el Panteón Real de San Isidoro hay una escena de la crucifixión en la que los autores de la ‘Capilla Sixtina del Románico’ representaron a los pies de la cruz a los reyes Fernando I y Sancha, los grandes mecenas de la colegiata leonesa y artífices de su magnífico tesoro. El gran artista del Renacimiento en León, Nicolás Francés, también ‘clavó’ la crucifixión. En una espectacular tabla inmortalizó a Cristo acompañado por José de Arimatea, la Virgen, Nicodemo y otros personajes. Una obra que fue subastada en 2015 por Sotheby’s en su sede de Rockefeller Plaza por 71.756 euros. Francés, conocido también como Maese Nicolás, fue el autor del primitivo retablo de la Catedral de León.

La tumba de Ordoño II

En la Pulchra hay otra crucifixión extraordinaria. Está labrada en el exquisito sepulcro de Ordoño II, situado en la girola del templo gótico. Un mausoleo policromado de finales del siglo XIII. En el calvario, además de Cristo, destacan la Virgen María y San Juan, los dos ladrones, Longinos (el lancero) y Estéfanos (el porta-esponja). El Museo del Prado posee un retablo de Maese Nicolás que normalmente no está expuesto al público y pudo verse hace dos años en la muestra El espejo perdido, sobre la visión que tenían de los judíos en la España de los siglos XIII al XV. El retablo leonés, originario de La Bañeza, está coronado por una crucifixión. La pieza, que mide cinco metros de alto y otro tanto de ancho y está fechada entre los años 1445—1460, fue vendida en 1932 a la pinacoteca nacional por el anticuario zamorano Ignacio Martínez —el mismo que intervino en la venta del célebre claustro de Palamós—.

La casa de subastas Christie’s puso a la venta en 2015 por medio millón de dólares una valiosa tabla de Nicolás Francés, La misa de san Gregorio, donde el pontífice está arrodillado ante un Cristo que sale del sepulcro. Minutos antes de la puja, la obra fue retirada sin ninguna explicación. Desde entonces, la pintura leonesa está «en préstamo» en la National Gallery de Londres.

El Prado también atesora una crucifixión del artista conocido como Maestro de Astorga. El museo madrileño posee cinco tablas de este autor leonés anónimo que debieron formar parte de un mismo retablo dedicado a la vida de Cristo.

El Greco leonés

El Museo de Arte de Filadelfia, cuya fachada emula al Partenón griego, alberga ocho joyas leonesas. Siete tablas del artista conocido como el Maestro de Palanquinos y el único cuadro del Greco que tuvo León. El antiguo museo de Pensilvania, actualmente uno de los más importantes de Estados Unidos, aloja cinco piezas de un retablo dedicado a San Miguel, obra del artista leonés Pedro de Mayorga, conocido durante décadas como el Maestro de Palanquinos. La Crucifixión de Cristo, con la Virgen y San Juan a los pies (de 159,4 × 98,4 centímetros), el único cuadro de El Greco que tuvo León, pintado hacia el 1600, es otro de los tesoros que preserva el Museo de Filadelfia. El óleo habría estado en la sacristía del monasterio de San Claudio hasta su cierre en 1843. La pintura, tras múltiples ventas, acabó en manos de John G. Johnson, un abogado de Filadelfia que reunió una de las mejores colecciones de arte europeo de Estados Unidos, finalmente depositada en el museo de su ciudad.

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