Diario de León

El León del espía Graham Greene

El escritor y espía inglés Graham Greene estuvo varias veces en León, pero su visita más relevante fue en 1977, un viaje en el que estuvo acompañado por el cura de la Diócesis de Astorga Leopoldo Durán que cristalizó en la novela ‘Monseñor Quijote’

Graham Greene con el cura Leopoldo DuránARCHIVO

Verónica Viñas

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De su época de espía en la Segunda Guerra Mundial, Graham Greene recordaba la existencia de una pista de aterrizaje en La Virgen del Camino. Su enfado fue mayúsculo cuando en 1981 quería coger un avión a León y se enteró de que se trataba de un aeródromo militar. Al final, tendría que viajar en coche. No fue la única visita del agente del M16 y escritor británico. Cuatro años antes protagonizó una peregrinación quijotesca. En lugar de un caballero y un escudero, los protagonistas de aquel periplo fueron un espía y un cura. El agente inglés Graham Green visitó León acompañado por el sacerdote de la Diócesis de Astorga Leopoldo Durán como guía. Al autor de El poder y la gloria le robaron nada más poner un pie en la provincia. Llegó en 1977 y no solo como turista, sino como informante del servicio secreto británico.

El autor de El factor humano realizó quince viajes a España entre 1976 y 1989 y aunque siempre había declarado que había dejado de trabajar como espía tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que durante trece años, tras la muerte del dictador Franco, informó sobre una España que iniciaba la senda de la Transición. En Viajes con mi cura, el escritor y profesor de la Universidad de La Rioja Carlos Villar Flor (Santander, 1966), relata el periplo de Green y Durán. Gracias a la tutela del obispo de Astorga Briva Miravent, Leopoldo Durán fue enviado a estudiar literatura inglesa a Londres. Había cursado Humanidades en el Seminario de Orense y Filosofía en Villafranca del Bierzo, alternando la docencia en Astorga y Ponferrada. En el King’s College centró su tesis de licenciatura sobre El problema del pecado y de la gracia en Graham Greene, con quien contactó en numerosas ocasiones. Greene «aprovechó que tenía este admirador para su viaje en 1976», según Villar Flor.

La relación fue inicialmente interesada, pero con el tiempo Durán se convirtió en un gran amigo y confidente del escritor británico. A León llegaron el 16 de julio de 1977, poco después de las primeras elecciones de la democracia, procedentes de Salamanca, la ciudad española favorita del autor de El tercer hombre, que era un admirador confeso de Miguel de Unamuno. En el Esla habían hecho un alto para almorzar y fueron sorprendidos por un fugitivo, que les robó los zapatos. Así que lo primero que hicieron al llegar a la capital leonesa fue visitar una zapatería de la calle Burgo Nuevo. Luego fueron a la Catedral, que fascinó a Greene. Al día siguiente, en un Seat 850 emprendieron camino hacia Astorga. Según Villar Flor, inicialmente a Greene le interesaba especialmente el País Vasco, «pero le decepcionó», así que en los siguientes viajes se dejó guiar por Durán, que sobre todo conocía muy bien León y Galicia.

Un amante del lujo

El espía británico quería palpar la opinión de la sociedad española y «también preguntaba mucho si España debía entrar o no en el Mercado Común». En el segundo viaje de Greene a España, que atraviesa León, «la literatura pasa a primer término y la amistad con el cura gallego ya es sincera». Cuenta el escritor cántabro que, cuando paga Durán, pernoctan en monasterios y posadas modestas. Así, en Villafranca del Bierzo, hacen noche en los Paúles. Con destino a Orense, también hacen escala en Cornatel y en el lago de Carucedo. «A Greene le gustaban los hoteles de cinco estrellas. Por eso, estuvo en más de una ocasión en el Hostal de San Marcos». En este viaje el autor de Nuestro hombre en La Habana —gran amigo de Salvador Allende, Omar Torrijos y Fidel Castro— perfila un personaje parecido a Durán, una novela que además rinde homenaje a sus dos escritores españoles favoritos, Unamuno y Cervantes. Así publica en 1982 Monseñor Quijote.

Sir Alec Guiness, el actor de las mil caras, rodó en 1986 la Catedral de León la película inspirada en esa novela, dirigida por Rodney Bennetten, en la que uno de los personajes confiesa: «Cuanto antes salgamos de León, mejor». Este nuevo Don Quijote (Alec Guiness) no es un caballero andante, sino el párroco franquista de un pueblecito español. Sancho (Leo McKern) ya no es un escudero, sino un alcalde comunista. Y Rocinante ahora es un Seat 600. El sacerdote y el político tienen ideologías enfrentadas y aliñan el viaje con guiños cervantinos y charlas de política y religión. Salen de El Toboso manchego, van a Madrid y siguen por Segovia, Arévalo y Salamanca y de ahí a León.

Tras la muerte de Graham Greene en 1991, Leopoldo Durán publicó un libro con las memorias de su amistad, pero no incluyó una crónica detallada de estos quince viajes, que sí aparecen recogidos en sus diarios personales, legados tras su fallecimiento a la Universidad de Georgetown en Washington. Se trata de diecisiete cuadernillos, unos diarios pensados para la posteridad. Algunos pasajes son muy crípticos, con iniciales. En todos jura que no desvelará lo que no ha de ser desvelado.

Cuestiones sociales, políticas o religiosas alejaron a Greene del Premio Nobel.

Los contactos secretos

En todos los viajes por España Greene contacta con personajes relacionados con el servicio secreto británico, como una misteriosa mujer a la que siempre visitan en Portugal, una editora española que también es agente británica o el célebre editor Thomas Burns, uno de los primeros contactos de Greene en este país, al que había viajado en 1946 como agente de inteligencia. Greene había sido captado para el servicio secreto por Kim Philby, un agente que acabó trabajando para la Unión Soviética.

Católico de familia calvinista, Greene constituyó desde el inicio de su carrera literaria en 1929, con la novela Historia de una cobardía, un ejemplo singular en el ámbito de las letras británicas, tanto por su vocación periodística como por sus conocimientos en materia teológica. El autor de Orient Expres, El agente confidencial o Cónsul honorario, situado en el especto ideológico de la izquierda, no aburrió jamás y lo hizo sin sacrificar rigor y un estilo inconfundible.

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