Diario de León
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León

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|||| Irse a vivir a un pueblo de apenas doscientos habitantes pretendiendo subsistir de un negocio de librería es, cuando menos, arriesgado, por muchas ayudas que proporcione la Diputación, que sí que las proporciona. Por eso creemos que hay que tener un espíritu especial para arriesgarse, hay que ser un librero de raza, de esos que viven por y para los libros, que los aman y que les dedican todo el tiempo y todo el amor del mundo. Enrique Alonso es uno de ellos. Ha abierto en Urueña la librería Alejandría, en la que pretende hacer una propuesta diferente, «Yo -explica- intento acercar al público esos libros desconocidos ya sea por su antigüedad, por su rareza, por su curiosidad editorial, a unas personas que por la educación que existe en este país no se hubiese acercado nunca a una librería especializada a buscarlos. Pero aquí los libreros estamos metidos en un proyecto turístico y el visitante se encuentra con que puede comprobar que un tipo de libro que creían inaccesible es fácil de conseguir y que entra dentro de unos presupuestos que pueden estar al alcance de cualquier economía de clase media. Yo estoy haciendo un intento para romper el miedo supersticioso que hay al libro». En la librería Alejandría no se encuentran libros de un tema concreto. «Yo no miro el tema sino de la calidad del libro. Un buen libro de arquitectura, buen libro de medicina, una buena novela¿ si su edición es cuidada y si además tiene la virtud de ser antiguo, se convierte en una joya. Lo importante es que el libro por el conjunto de sus cualidades se convierta por sí mismo en un objeto valioso». La muralla medieval, el castillo, la iglesia de Santa María del Azogue, del siglo XVI, laermita de Nuestra Señora de la Anuciada y el caserío de la señorial villa, forman un conconjunto de enorme belleza, que cobra mayor valor por el pasaje que rodea este singular enclave. «Las viviendas tradicionales -dice Ricardo Puente- son típicas moradas campesinas. Suelen tener una sola planta y es normal que presenten corrales, en ocasiones grandes, de acuerdo con la tradición ganadera del lugar. En su mayoría están fabricadas con adobe y tapial y, más raramente con mampostería. Armazones de madera soportan techumbres de teja blanquecina. Aunque hay otras plazas de pequeño tamaño, existe una grande en el centro de la villa. Se trata del llamado Corro de San Andrés, que recibe su nombre de la iglesia que hubo en este lugar». Un paseo por la murallas de Urueña, un recorrido por sus calles y un rebuscar entre los atestados estantes de sus librerías, hacen que nos enamoremos de este pequeñopueblo fronterizo entre la llanura leonesa de Tierra de Campos y los incipientes altozanos de los pomposamente Montes Torozos en tierras de Castilla. Pero nos queda algo importante: comer. Y eso lo haremos en la casa de otro leonés afincado en Urueña.

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