A CORAZÓN ABIERTO
Ana María Domínguez, coordinadora de trasplantes: «Tenemos pendiente la donación en pacientes que piden la ayuda a morir»

Ana María Domínguez Berrot, coordinadora de Trasplantes del Caule desde hace casi dos décadas, señala en esta entrevista que 2024 ha sido un punto de inflexión para esta acción altruista que se vio seriamente afectada por la pandemia. La cifra récord de donantes en el Caule, 36, la ostenta precisamente 2019, el año anterior al covid-19- «Después de la pandemia costó mucho y hemos ido recuperando lentamente», afirma la también jefa de la UCI en el Caule, que sigue esperando una obra que permitirá una ampliación de camas hasta 26-28 al igual que la unidad de reanimación.
—¿Está satisfecha de las donaciones hubo en 2024?
—El año pasado tuvimos 31 donantes que fueron muy efectivos. Obtuvimos un montón de órganos. Ha sido un año relativamente bueno. En total, han sido 60 riñones, 18 hígados, 3 corazones, 22 pulmones y 2 páncreas.
—Además con hito especial como dos donaciones simultáneas.
—Sí, porque había que hacerlo los dos a la vez, también por dar cobertura a las familias, que tenían problemas y necesitaban que se hiciera la donación ese día. Los donantes también estaban al límite y se podrían haber deteriorado si hubiéramos esperado mucho más. Lo bueno es que logramos encontrar suficiente personal como para hacer las dos extracciones: personal de quirófano, de anestesia, cirujanos, o sea, urólogos nuestros.
—¿Cuál es el perfil de las personas donantes?
—La mayor parte son accidentes cerebrovasculares. Hay muy pocos donantes que sean por accidentes de tráfico y, este año, no ha habido ninguno por agresión. Luego están donantes resultantes de paradas cardíacas reanimadas que no han salido. Este año hemos tenido más. Por lo general son donantes en asistolia.
—¿La edad media es alta?
—Estamos en 63-64 años. En Castilla y León estamos un poco por encima de la media de España, por el envejecimiento de la población.
—¿Hay más donantes hombres que mujeres o viceversa?
—Hay más donantes hombres que mujeres, pocos más. Pero no porque no quieran donar las mujeres o sus familias. En la UCI se dan más ingresos de hombres que mujeres y el porcentaje es como sesenta y cuarenta más o menos.
—¿Encuentran reticencias o desconocimiento para donar?
—Algún año hemos tenido que no ha habido ninguna negativa. Pero lo normal es tener dos, tres, hasta cuatro negativas en un año. La mayor parte de la gente dice que sí, por múltiples motivos.
—¿Encuentran reticencias o desconocimiento para donar?
—La mayor parte de la gente están convencida de que cuando no se puede hacer más por la vida de un familia puede ayudar a los demás. A otros les motiva pensar que cualquier día les puede tocar a ellos o sus familiares. Hay gente que dice que no o porque no quiere, o porque les da miedo o porque, en vida, el familiar había dicho en vida que no quería de ninguna manera que donar. Hemos tenido el caso de alguna muerte judicial a la que había que hacer autopsia y la familia dijo no a la donación. Prefirió que los órganos no fueran a nadie. Ese caso me sorprendió mucho y me entristeció bastante porque prefirieron que los riñones se quedaran en el Instituto Anatómico Forense en lugar de sacar a alguien de la diálisis. Pero bueno, hay que respetarlo. Lo primero que hay que respetar es la voluntad de fallecido y, en cualquier caso, la de la familia. Este año hemos tenido dos negativas en todo el año, pero lo normal es que la gente diga que sí. Eso es lo normal. Está bastante arraigado en la población el tema de donar y muchas veces ha habido personas que han fallecido y querían donar pero, por motivos médicos, estaba contraindicada la donación.
—El aumento de las voluntades anticipadas, aunque aún sean pocas, favorece el acto de la donación?
—Todavía es muy poquita la población que las tiene hechas, pero cada vez hay más gente. El documento de las voluntades anticipadas supone expresar exactamente cómo quieres que ocurran las cosas o cómo quieres que sea el final de tu vida. En ese documento, por defecto, viene la posibilidad de la donación. Pero todo es modificable. Aquí no se me ha dado el caso, pero cuando alguien tiene documento de voluntades anticipadas y dice que quiere donar, eso es lo que hay que cumplir.
—¿Se puede oponer la familia a esta última voluntad?
—Se nos puede dar el caso de que la familia no quiera. Entonces, nosotros lo que tenemos que hacer recordar que la persona que ha fallecido había dicho que quería que esto se hiciera en el documento y que es lo que hay que respetar. No la voluntad de la familia, ni la voluntad mía, ni la voluntad de nadie, sino la voluntad del fallecido. En esos casos tenemos un argumento para hablar con la familia. Pero cuando la familia de ninguna manera lo autoriza… Madre mía. Yo no lo hago. Intento convencerles. Hasta ahora lo han aceptado. Alguno me ha dicho, mire, yo no soy muy partidario, pero hago lo que él quería. Respeta su voluntad. Son momentos de muchísima carga emocional y no tiene ningún sentido añadir más dolor a una situación y si no quieren y se empeñan y no aceptan tampoco forzamos. No tiene sentido.
—¿La ampliación de la UCI puede favorecer las donaciones?
—Sobre todo nos puede facilitar las cosas en el sentido de que incluye un habitáculo o box, en el que se puedan hacer todas las técnicas que se hacen para la donación en asistolia, el preliminar, aunque luego la extracción se hace en quirófano. Cuando tengamos la UCI nueva, si Dios quiere que no tarde mucho, pues espero que haya un box o un habitáculo que nos permita, que lo que estamos haciendo ahora, hacerlo con más holgura, con más comodidad. A día de hoy no hemos perdido ningún donante por falta de espacio pues seguimos utilizando las camas de la UCI extendida, que están un poco separadas físicamente de aquí, de la UCI normal. Por lo demás, no tiene no tiene por qué haber más donantes. Hay los que hay y no va a haber más porque la UCI sea más grande. Lo que creo es que trabajaremos con más holgura y que trabajaremos con menos presión de camas.
—¿Tienen algún proyecto nuevo para este año?
—Nuestro proyecto es seguir intentando aumentar la tasa de donación en asistolia porque es por donde están creciendo en todas las comunidades. En León fuimos de los primeros hospitales de Castilla y León en los que se montó esta modalidad de donación. El problema es que es un poco más limitada para la edad de los donantes, que como máximo puede ser de 70-72 años. Más allá ya no suele poder hacerse. Además de incrementar y mejorar la donación en asistolia, buscamos aumentar el pool de donantes. Vamos más lentos en la implantación de la donación con personas que piden la prestación para la ayuda a morir, por la complejidad no solo técnica. En Burgos y en Valladolid ya han debido hacer un par de ellos. Es todavía más complejo de organizar que una donación en asistolia normal y corriente.
—¿Cuál es el principal escollo para esta donación?
—La donación en los pacientes que solicitan la prestación de ayuda a morir tiene un plus de complejidad no solo técnica —es muy parecida a una donación en asistolia—, también influye la forma de hacer la prestación de la ayuda a morir pues supone una limitación. Los intensivistas no podemos poner la medicación y es un poco complejo organizarlo. Emocionalmente es muy complejo para todos los que participamos, para los médicos que tienen que administrar la eutanasia y para nosotros que vamos detrás, nosotros no podemos hacerlo. A ver si podemos iniciarlo el próximo año. Tenemos que hacer un protocolo. Tampoco son muchos pacientes, aunque sí hubo un caso de un paciente que había solicitado la prestación de ayuda a morir que nos comentaron como potencial donante. El problema es que era un paciente con contraindicaciones médicas y no hubiera valido de ninguna forma.
—¿Tendrían que ser pacientes que fallezcan en el Hospital de León o podrían morir en casa y luego hacer la donación?
—Si se trata de que haya donación, tienen que fallecer en el hospital. Para garantizar la viabilidad de los órganos, lo óptimo es que fallezcan en el hospital, pero hay algunos que no quieren, que quieren donar, pero no quieren venir al hospital a morir, pues a veces el hospital tiene mucha connotación negativa y triste. La gente quiere morir en casa aunque después no le importe donar.
—¿Cómo va la ampliación de la UCI?
—Sólo sé lo que lo que la Junta publicó en su momento en el portal sobre la autorización de la ampliación de la UCI, que va a ser 26-28 camas y que iba pareja a la ampliación de la unidad de reanimación. No he tenido más noticias. Sé que el gerente del hospital hizo una solicitud formal para la ampliación y que el consejero le había dado el visto bueno.
—¿En qué situación está ahora la UCI? ¿Hay urgencia por esta obra?
—En cuanto a necesidad, la UCI está siempre llena y es frecuente que tengamos pacientes en la unidad de cuidados intermedios a nuestro cargo. El año pasado hubo 80 días con pacientes de la UCI en la unidad de intermedios por falta de camas aquí. A los pacientes se les atiende igual de bien, la atención es buena, es decir, pero los pacientes pero los días que esta unidad está llena y hay necesidad de camas fuera. Es cierto que la ampliación de la UCI y la ampliación de la unidad de reanimación son desde el punto de vista de la logística y de la arquitectura es compleja en un hospital que no para de funcionar. Pero cuando las cosas son complicadas pues hay que ponerse a trabajar mucho en ellas.
—¿Cómo ha evolucionado la UCI desde la pandemia?
—Aquí, como decía, seguimos teniendo UCI extendida.
—¿Todavía hay pacientes con covid en la UCI?
—Tenemos un par de ellos al año aunque tienen el covid, pero no ingresan por el covid. Este año tenemos bastantes gripes, neumonías por gripe, están ingresando sobre todo por gripe A y algunos con gripe B.
Trayectoria
Estudió la carrera en la Universidad de Oviedo, hizo su doctorado en la Universidad de León y la especialidad como intensivista entre el Hospital de León y el Hospital de La Princesa de Madrid.
Participó en la docencia del Máster Universitario en el Departamento de Ciencias Biomédicas y de la Salud por la Universidad de León, así como en el Máster Universitario en donación y trasplante de órganos por la Universidad de Barcelona.
Colabora en la impartición de cursos de formación continuada de Soporte Vital Avanzado. Asimismo ha sido tutora de Médicos Internos Residentes (MIR).
Ha publicado más de 40 artículos en revistas nacionales e internacionales en el ámbito de la Medicina Intensiva, entre las que se pueden destacar Critical Care Medicine, Intensive Care Medicine y Medicina Intensiva.
Al frente de la Coordinación de Trasplantes ha sido la encargada, entre otros hitos, de poner en marcha el programa de donación en asistolia controlada, que consiste en la utilización de órganos provenientes de pacientes con daño cerebral catastrófico, enfermedades neurodegenerativas, cardiacas o respiratorias en fase terminal.