Jaime López, médico de familia: «Me jubilo con 450.000 actos médicos, tantos como habitantes tiene León»

—¿Con cuántos años de profesión se jubila?
—Sumando la etapa de especialización en Valladolid, algo más de 42 años. Pudo ser más tiempo porque al concluir el MIR sucedió lo que hoy sería impensable, estuve unos ocho meses en el paro después de ganar una oposición de 1.500 plazas donde nos presentamos 23.000 médicos. En Valladolid en aquellos momentos se valoraba con 0 puntos el tener realizada la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria para optar a plazas de sustitución o interinidades. Había muchos intereses por parte de los colegios de médicos y de alguna sociedad científica de primaria para que la especialidad de medicina de familia no saliera adelante.
—¿Cuáles han sido sus dedicaciones?
—Fundamentalmente médico de familia, eso lleva implícito la docencia y la investigación. Fui tutor de 19 residentes. Hace unos días con motivo de mi despedida pude reunirme con muchos de ellos, alguno hacía más de 20 años que no los veía. Fui coordinador durante 7 años del primer equipo de Atención Primaria de La Bañeza I, no tenía 30 años, fue mi primera plaza en propiedad. Estrenamos el centro de salud. También compaginé la plaza de médico del centro de salud Condesa con la de Jefe de Estudios de Atención Primaria de León durante siete años, que organiza, coordina y evalúa la actividad docente de los MIR y de los EIR, unos 80 residentes.
—Qué le ha motivado más?
—Si tuviese que elegir una, me quedaría con el respeto y el cariño que he sentido de mis pacientes en todos los lugares que he ejercido, tanto en La Bañeza como en Trobajo de Cerecedo, en Armunia y en Condesa. En mi caso, como tutor, el entusiasmo de los residentes era muy gratificante para seguir tutorizando.
—¿Qué líneas de investigación ha desarrollado?
—Casi todas tienen que ver con el riesgo cardiovascular. Estoy orgulloso especialmente del estudio Pacile (pacientes con cardiopatía isquémica en León) en los que, a través de encuestas, entrevista y revisiones de las historias clínicas, se obtuvieron datos de casi mil pacientes con cardiopatía isquémica del área de León y donde participaron más del 80% de los médicos y enfermeros del área. Otro estudio con una metodología similar, donde los MIR realizaron todo el trabajo de campo, describía la prescripción o no de antiinflamatorios por parte del médico de familia y de qué tipo en varios tipos de pacientes. Estos trabajos fueron reconocidos cuando eran proyectos por parte de la Junta de Castilla y León con ayudas a la realización y diversos subestudios de los mismos ganaron premios en congresos nacionales de distintas sociedades científicas. Otro estudio muy interesante del cual también era el investigador principal y becado por la Junta, fue en el que tratamos de investigar si la cloroquina y la hidroxicloroquina evitaban la morbimortalidad del virus causante de la covid-19 con datois recogidos por MIR y EIR en marzo y abril del 2020. Concluimos que su uso no disminuía la morbimortalidad del covid. Quiero agradecer a los médicos, enfermeras, MIR y EIR su participación en los estudios y muy especialmente al Dr Rilo por su criterio, perspicacia y sabiduría en el proceso de investigación. Sin su ayuda estos trabajos no hubiesen salido adelante.
—¿Cómo ha cambiado la medicina de familia?
—Mucho y en múltiples aspectos. La medicina ha evolucionado especialmente en técnicas de diagnóstico y en el tratamiento de diversas enfermedades, por tanto, la medicina de familia también, pero entiendo que la pregunta va por otros derroteros. Se ha pasado de una situación de paro médico hace 30-40 años, a la situación actual en que hay más necesidad de cubrir puestos que profesionales disponibles. En aquellos años, llegó a haber 20.000 médicos que trabajaban muy pocos meses al año. Cuando yo empecé a ejercer, la medicina era prácticamente curativa. Un cambio radical en el camino de la salud, comenzó avanzados los 80 pero no se generalizó, creo hasta finales de los 90 y fue la promoción, la prevención con la actuación sobre los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular (hipertensión, diabetes, dislipemias, obesidad, tabaquismo), la aparición de los programas para la detección temprana de cánceres (cuello uterino, mama y hace unos 10 años de colon) y la educación para la salud. Desde hace cinco años, desde el comienzo del covid, aparece otra novedad en la vida de los pacientes y de su médico de familia: la consulta telefónica. Creo sinceramente que es una buena opción para consultas rápidas, seguimiento de crónicos, dudas sobre medicamentos o renovación de recetas principalmente. La presión asistencial ha aumentado mucho en las áreas urbanas (yo dejé Condesa con 1.500 tarjetas sanitarias, son demasiadas). Cada año que pasa al médico de familia se le imponen nuevas cargas. Hay una frase que no sé si es inventada por mí de tanto decirla, pero la realidad es que es muy escuchada en nuestra especialidad: “Lo que no es de nadie es del médico de familia». Lo malo es que siempre es de alguien y así año tras año. Las competencias del médico de familia aumentan sustancialmente cada año y no precisamente porque lo solicite. Todo esto conlleva un ejercicio de la medicina a destajo y no es lo que quieren ni pacientes, ni médicos de familia.
—¿Cuáles son sus peores recuerdos?
—Unos días antes de dejar el centro de salud Condesa, mi segunda casa durante más de 25 años hice un cálculo aproximado de cuántos actos médicos había realizado en mi vida profesional, desde hacer una receta a un paciente a atender un infarto, pasando por una consulta telefónica o interpretar una radiografía… Pues bien, alrededor de 450.000, como los habitantes que tiene actualmente la provincia de León. Es fácil suponer que con esa cantidad haya pasado de todo, momentos malos, pero también buenos. El peor recuerdo que tengo se lo lleva el diagnóstico tardío de una enfermedad grave y como no, la pérdida de pacientes que se habían convertido en casi amigos a lo largo de los años-
—¿Qué anécdota confesaría?
—Muchas no se pueden contar, alguna sí. El último año de mi especialización lo realicé en Íscar, un pueblo de Valladolid, estaba pasando la consulta cuando entró una señora de unos 80 años: Buenos días…buenos días…Que le sucede, “nada especial, pero mire usted, es que ayer me entro un no sé qué en mí y un déjeme estar, que me quedé a santas noches”. Insistí en que me lo contara de otra forma. No hubo manera, así que me levanté y le pregunté a Carmen mi tutora que estaba pasando consulta en otra sala. Ella me explicó que era una inquietud un desasosiego que la impedía dormirse. Esta frase me la repitieron varias pacientes aquel año. Ese mismo año un paciente me regaló 400 pesetas de lotería de Navidad. Eran participaciones. Tocó el gordo en ese número. Para que luego me digan que la lotería regalada nunca toca.
—¿Qué retos tiene ahora la medicina de familia? ¿Tiene León una problemática especial en este momento?
—Es una situación compleja. La falta de médicos es un problema generalizado, a lo que hay que añadir en algunas autonomías como la nuestra, un desajuste importante en las ratios médico/paciente entre el ambiente rural y el urbano; el problema se agrava con plazas sin cubrir, incluso se recurre a médicos sin titulación especializada. La sobrecarga en muchos momentos del año (bajas, libranzas post-guardia, vacaciones…) es muy importante, además la población de León es de las más envejecidas de España y por tanto la prevalencia de las enfermedades crónicas y la demanda por estos motivos son también altas. La medicina de familia tiene muchos retos. El reconocimiento de la especialidad es uno de los más importantes. Es curioso, muchos estudiantes de medicina se sienten atraídos por la medicina de familia, pero no la eligen como especialización. Creo que son varios los motivos: las especialidades médicas más tradicionales son más prestigiosas (tengo un buen número en el MIR, cómo voy a elegir medicina de familia) y ofrecen más posibilidades económicas (medicina privada) lo que puede influir en su elección. Los médicos de familia con años en la profesión también tenemos culpa, lo mismo que las unidades docentes. Los tutores de la mayor parte de los estudiantes de medicina que rotan por los centros de salud son urbanos con una gran presión asistencial y consecuentemente muy poco tiempo para cada consulta, donde además la burocracia nos come y lo peor es que hemos dejado que nos coma. Todo esto produce mala prensa entre los estudiantes, que unido a lo anterior, lleva a la mayoría a no elegir medicina de familia entre las 1.000 primeras plazas. El aumento del presupuesto de salud para la atención primaria al 25% es otro de los retos importantes. Esto es una vieja reivindicación de la OMS a los gobiernos. Con la pandemia salieron numerosos colectivos para reivindicar esas cifras. Seguimos esperando. Es necesario que los médicos de familia se adapten a las nuevas tecnologías y que se incentive y se fortalezca la investigación. La atención a la demanda lo arrasa todo, y los políticos sanitarios no la potencian, no les interesa. Hace unos 20 años se celebró un congreso en León de Medicina Familiar y Comunitaria en el que participaron varias sociedades científicas y en el que tuve el honor de presidir el comité científico. Su periódico me hizo una entrevista y recogieron una frase que fue el titular de la entrevista, por desgracia tremendamente valida al día de hoy “la investigación es el patito feo de la atención primaria”. Sigue siendo.
—¿Cómo ve a las nuevas generaciones de la medicina?
—Los residentes actuales son un reflejo de la sociedad actual. Las personas de su edad priorizan la calidad de vida y el tiempo libre, la conciliación laboral y personal. Antes nos centrábamos más en la carrera profesional. Están más familiarizados con la tecnología y las herramientas digitales, están a años luz de los médicos de cierta edad. Me acuerdo que hace unos 6-7 años los residentes cuando pasaban la consulta, abrían el móvil y buscaba la App que les ayudara al diagnóstico o al tratamiento. Los pacientes no lo sabían y más de uno me comentó que tenían poco interés, que se ponían a wasapear con el móvil cuando les estaban contando sus dolencias. Después de las explicaciones pertinentes, los pacientes se quedaban más tranquilos
—¿Cómo ve la implantación de Medicina en León?
—Sin duda, la ciudad ganará con la facultad de Medicina por muchos aspectos. Eso es incuestionable. Otra cosa es la necesidad. Esta cuestión en un análisis profundo tendría partidarios y detractores. ¿Hacen falta médicos o especialistas? España es la campeona mundial en facultades de medicina y si este año y posiblemente en años sucesivos se ocupan todas las plazas de MIR, qué pasará dentro de 6 o de 10 años. Como comenté antes, conocí cifras de 20.000 compañeros médicos en el paro. El análisis que considere tanto la oferta como la demanda de médicos, así como la calidad de la formación y la planificación del acceso a la carrera deberían ser los determinantes de la creación de nuevas facultades. Me gustaría que desde la ULE se potenciara la medicina de familia, que el grado tenga la asignatura de Medicina Familiar y Comunitaria y que esta sea impartida por médicos de familia. Debería de homogenizarse la asignatura en toda España y que a través de la asignatura se difunda y se haga atractiva la especialidad.
—¿Cómo está viviendo su nueva etapa?
—Podría decirte los tópicos de muy contento, una oportunidad para el cambio, liberado de presión y responsabilidad, con tiempo para hacer lo que me gusta…pero no es así, no logro coger ese punto. Yo siempre estaba atareado, la consulta, la docencia, trabajos de formación o de investigación, congresos, siempre estaba maquinado algo. Tengo la opinión de compañeros que les pasó algo parecido y siguen unidos a la profesión: privada, docencia, emerito… Me daré un tiempo y si no me siento contento, intentaré estar ligado de algún modo a la medicina, a una ONG o a cualquier actividad vinculada con la salud.
Toda una vida
Tras una vida dedicada a la medicina le cuesta despegarse del mundo laboral a nivel mental. Cuando se asiente no descarta hacer voluntariado en el ámbito de la salud. Y en cuanto a sueños pendiente, «
siempre hay cosas que han quedado en el tintero. Geografía e Historia, por ejemplo, otros sueños por supuesto no dependen de mí, ver jugar a mi Oviedin la final de la copa del Rey, jajajajaja.».