Diario de León

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Antes de agarrase al comodín del exorcista, Adif y Renfe se encomiendan a las parábolas para resolver la última de sus chapuzas. La apelación a un experto en las Sagradas Escrituras se antoja imprescindible para reinterpretar la enseñanza que hablaba del camello, el ojo de la aguja y la comparación de opciones con la entrada de un rico en el reino de los cielos. Sobre este símil, al exégeta de guardia se le presenta el reto de argumentar la moraleja que se esconde detrás del hecho de que los 31 trenes encargados por la compañía ferroviaria no puedan franquear el paso por el hueco de los túneles, horadados por la vía estrecha en el siglo XIX, pero que aún con el retraso lo tendrán más fácil para entrar en circulación que el primero de los trenes tram en volver a los andenes de la estación de la capital leonesa. Los caminos de Feve son inescrutables, como sabemos desde hace 11 años en León, sin necesidad de que haya tenido que escribirnos una carta San Pablo.

El chiste de las dimensiones de los trenes que no caben por los túneles, encargados con una factura de 196 millones de euros, deja tras las risas la diferencia que se aprecia entre los previstos para Asturias, Cantabria y León, sin fecha para entrar en vías, y los que ya andan por el País Vasco, que circulan en euskera. El dinero se mete donde renta, como saben en los bancos y en el Gobierno, dos negocios que han optado por ignorar un territorio en el que no ven intereses que rentabilizar. Antes que variar estas políticas, como pantalla para esconder el ridículo, en esta ocasión han ofrecido el despido de dos técnicos, a los que ya harán hueco en otros sitio donde se les vea menos, al rebufo de las quejas del presidente de Cantabria. Las destituciones ofrecen dos víctimas, no se sabe bien todavía si para que no caiga todo el organigrama que ha acompañado a los tres últimos ejecutivos ferroviarios, incluidos ministros y secretarios de Estado, o para que Revilla no vuelva a ir a divertirse otra noche a El Hormiguero. Pero mientras el sacrificio de la anchoa intenta aplacar el bochorno de la ineptitud al haber encontrado escaparate nacional, aquí los trenes de vía estrecha hacen viajes sin revisor y siguen aparcados a la puerta de entrada de la ciudad por la falta de un reglamento que, ni el PSOE ni el PP, en su sucesivo turnismo, han logrado aprobar en 11 años. Es más fácil para los que gobiernan pasar por el ojo de una aguja que devolver el tren de Feve a León. Qué cruz.

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