40 años y un día
Los oompa-loompa ya no se identifican como «hombres pequeños», sino «personas pequeñas», y Augustus Gloop se redefine como «enorme», en lugar de «gordo», para aligerar la carga opresiva que Roald Dahl deslizó en Charlie y la fábrica de chocolate . Pero no podíamos prever que esta estupidez imperante, que se ceba ahora con las reediciones reeducadas para idiotas de los libros del autor galés, terminara por infectar incluso el discurso del presidente de la Junta en el aniversario del estatuto de Autonomía de Castilla y León. Afectado por la corriente políticamente correcta de los censores de la moral, Alfonso Fernández Mañueco describió la conmemoración como «40 años de identidad, libertad, progreso, avances, desarrollo económico y calidad de servicios» para ahorrarnos a los leoneses la versión original de una norma que ha consagrado «40 años de desigualdad, centralismo, retroceso, depresión económica y recortes». El cuento cambia bastante. Pero todo sea por desgrasar el relato que podría ofender a un pueblo cuyo censo, desde 1983, ha descontado a más 78.500 habitantes condenados al éxodo. Quizá queda muy fuerte. Corrijo: «ha invitado a más de 78.500 habitantes a encontrar horizontes de realización laboral en otro entorno porque han querido, que bien se podrían haber quedado en esta tierra de oportunidades y futuro que supone la comunidad». Mucho más inclusivo y respetuoso. Dónde vamos a parar.
El discurso para todos los públicos cuadra con el relato de éxito publicitado por los oompa-loompa de la Junta. La estrategia, subvencionada con dinero público, embrida con los mensajes de los heraldos encargados de sancionar a quien se sale de este guion. No se puede hablar de que la radiografía de los indicadores económicos abisma a León en el fondo, ni advertir de que las decisiones políticas han cambiado el mapa de inversión en infraestructuras para que el corredor Atlántico vaya por Valladolid, ni alertar de que el gobierno autonómico reserva a la provincia leonesa el papel de parque temático turístico. Los homeópatas del lenguaje quieren convencernos de que denunciar la realidad significa hablar mal de León. Nada de agravios, ni pobreza, ni envejecimiento, ni despoblación.
Así, mis queridos niños, es como nos intentan convencer de que somos lo que quieren que seamos. Hoy se cumplen 40 años y un día. Qué crimen habrá cometido León para una condena tan larga.