Diario de León

Alfonso García

¿Cambio de paradigma?

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Catulo decía que la manipulación es más veloz y la pedagogía más lenta. La afirmación viene como anillo al dedo ante la situación sociopolítica de este país desnortado y rocambolesco que nos lleva a experiencias de sobresaltos y bochornos. Es verdad, por otra parte, que estereotipos y paradigmas son difíciles de cambiar. Curiosamente, hay cierto atisbo de cambio(s), posiblemente proveniente(s) de la generación de los boomers y anterior, que algunos califican de neorrancios –también yayoflautas—, pero otros llaman ya «La Revolución de los Viejos», que en su juventud, y en general, tanto lucharon por alcanzar metas de bienestar y libertad.

El asunto más mediático, en este sentido, es el de «Soy viejo, no tonto», una crítica a la banca online , cuya cabeza visible es Carlos San Juan, que el día de la presentación del medio millón de firmas vio cómo muchos políticos quisieron sacar tajada. Mejor sería que dediquen el tiempo a analizar las enormes ganancias de la banca, los sustantivos dividendos, los sueldos obscenos con el rescate en el limbo, al que ahora se añaden cifras milmillonarias por no se sabe qué despistes que a nadie parecen inmutar, o a ver el desenfreno de sus despidos o el cobro abusivo de comisiones, que obligarán, a este paso, a la vieja costumbre del colchón si antes no nos ponen el chip de nuestros gastos al detalle. Esta actitud habla no de un cambio tecnológico, sino sociológico: uno de los grandes lujos futuros será que te atienda una persona. Pero estos mismos boomers, que se bregaron y bregan por unas pensiones dignas, ponen sobre el tapete las retenciones del IRPF: en caso de que se deba pagar –hay sectores que lo cuestionan—, que se aplique el mismo porcentaje que a los políticos. «Hay que acabar con tantos privilegios», dicen. Y lo dicen, curiosamente, en las redes, una de las nuevas fórmulas de la revolución social que tanto temen los mandamases, sobre todo si son de viejos y de esa formación en marcha «Tercera Edad en Acción».

De la tercera edad en residencias hay precisamente relatos y contrarrelatos sobrecogedores de los fiscales, que conforman uno de los episodios más vergonzantes de nuestra era democrática. No pueden quedar en el olvido y la impunidad.

No sé si estamos empezando a asistir a un cambio de paradigma, necesario, creo. De lo que sí estoy seguro es de que el halago, que tanto esperan no pocos, debilita. El halago debilita. Y no estamos para muchas debilidades.

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