Diario de León

Alfonso García

Chuletón a la brasa

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El verano está que arde. Sobre la sartén hay un pisto de efectos imprevisibles para estómagos delicados. El mandamás de los populares está perdiendo los papeles, si es que alguna vez los tuvo. Reclama ahora que la Iglesia se dedique a sus asuntos, que la política les pertenece. Falta de memoria. ¿No recuerda azuzar a la sociedad civil en plazas que parecen de su propiedad? Solo son válidos los vientos favorables. ¿Es esta la libertad que predica? ¿Reclama a la ciudadanía solo el voto y el silencio?

Los altos cargos socialistas han puesto sobre la barbacoa el chuletón, no se sabe si al punto o más hecho. O deshecho. Y han levantado otra polvareda, tan habitual por esta tierra de incendios, que las llamas de la cocina ya no asustan. No entro en el asunto, mis conocimientos dietéticos no pueden avalar ninguna tesis. Lo que parece deducirse es que el Gobierno —cortesía para los recién llegados— está desorientado y contradictorio. Las decisiones colegiadas parecen una quimera. Hay demasiados versos sueltos, posiblemente por ociosos o innecesarios. Entre las propuestas gramaticales de la ministra lenguarazmente académica y las permanentes reinterpretaciones de lo dicho por uno, otro y el de más allá, pareciera que el partido mayoritario del Olimpo del Mando haya perdido las dos letras intermedias de su acrónimo y convertido el escenario en disputa de patio de Primaria. Por soberbia y ciencia infusa. Cuando el nacionalpopulismo les arrebata el discurso sobre la libertad —qué libertad, por cierto—, mal asunto. El partido socialista debería, a mi juicio, reactivar un discurso serio, coherente, enraizado en su auténtico pensamiento, para evitar los hooligans políticos, que se enzarcen sin activar el pensamiento crítico. Sería la pérdida del sentido común. Además de la necesidad de una reconversión más que notable, los socialistas no pueden caer en la trampa de lo que se avecina, que será muy duro, especialmente en el reparto de los fondos europeos, con sentido descentralizado y federal. Entre otros, la mandamás madrileña está cargando muchos cañones de largo alcance. Parece que tiene abiertos al menos dos frentes, y una victoria puede suponer la segunda. Disfrute el lector en lo posible del verano. Y de la gastronomía. Olvídese, si puede, de la que se cocina en los fogones políticos, encendidos sin interrupción. Puede ser un atentado contra la salud. Contra la paz interior por supuesto. Buen provecho.

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