Diario de León

Alfonso García

Columpios para contemplar

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Columpios con paisaje al fondo. Podría ser título de película, de poemario, de novela incluso. Pero la realidad es de vuelo más rasante, a pesar de la aparente contradicción, puesto que nace en las raíces de los deseos. Parece que, frente a la amenaza de su propia supervivencia y los discursos prolongados y vacíos sobre el hecho mismo, algo se mueve en el mundo rural, gracias, sobre todo, a sus propias iniciativas y sus escaseces presupuestarias. Es difícil después de tanto abandono, para qué negarlo, pero alienta ciertas esperanzas, sobre todo cuando se vinculan a sus propios recursos, ahora puestos más en valor si cabe: gastronomía, cultura, rutas literarias y paisajísticas, retablos, lagunas, minas, trincheras, canales… La variedad es notable y enriquecedora y merece el aplauso hacia quienes empeñan tiempo y esfuerzo en mantener la llama viva.

Entre las propuestas, una, doble que sepa, me ha llamado especialmente la atención, vinculada al columpio, ese artefacto lúdico que forma parte de la cultura popular de todas las infancias, aunque también de escenas galantes e idílicas, incluso románticas, como tema recurrente en la pintura occidental, sin olvidar, entre nosotros, a Goya, por ejemplo. Los hemos conocido de todos los tamaños, materiales y emplazamientos históricos, que hay ciertas cosas que cambian sin perder su esencia.

Los dos columpios a los que ahora me refiero tienen su propia singularidad, dados el tamaño, los materiales naturales empleados y el emplazamiento, este sobre todo, diseñados esencialmente para disfrutar de la naturaleza y el paisaje. Ambos ofrecen vistas espectaculares, la apuesta inicial en medio de parajes únicos y curiosas fórmulas de acercamiento y diversión que los diferencia.

El columpio de Lario exige caminar la ruta, de dificultad media, hacia el Monte Calero. «Más cerca del cielo» es el eslogan que define el proyecto y que lo dice todo. El gigante de Riaño, en el paraje Las Hazas, en el Alto de Val Cayo —siempre gratifica el recuerdo de Heidi—, permite una visión espectacular sobre la localidad y su entorno, con atardeceres inolvidables.

Dos nuevas citas, en definitiva, originales. Sin salir de la provincia las posibilidades de conocer y disfrutar abren el camino de los asombros. Téngalo en cuenta, porque el columpio es también una metáfora de la vida y su hermosura.

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