Diario de León

Alfonso García

Gaitas y morteros

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El Eco de Santiago del 4 de octubre de 1937 recogía, bajo el titular “Para el frente de León. Hoy se les manda la gaita que pidieron”, la siguiente noticia: “El día 13 de agosto hemos publicado una carta firmada por F. Ulloa Nonide, en la que en nombre de Morteros del 3 Batallón del Regimiento de Infantería de Burgos núm. 31, pedía una gaita gallega. Hablando uno de nuestros redactores con unos amigos en una peña del Casino, en breve rato se reunió la cantidad suficiente para adquirir la gaita solicitada. Con estas son tres las gaitas solicitadas para las que en distintas “peñas” del Casino se han iniciado suscripciones, remitiéndolas a distintos frentes”.

Sigue la noticia con más detalles, curiosos. Efectivamente, la gaita estaba destinada a dicha sección de Morteros, compuesta en su mayoría por gallegos, que en aquellos momentos se encontraba en Boñar y alrededores, y de la que formaba parte el peticionario, el cabo Nonide, que no es otro que Francisco de Paz Álvarez, de Noceda del Bierzo. Lo cuenta su hijo Ángel de Paz en un libro muy interesante: Memorias del cabo Nonide. Semblanza y Diario de Guerra de Francisco de Paz Álvarez. “La gaita les acompañó al menos parte de la guerra… A mi padre le encantaban algunas piezas gallegas que cantaba afinadamente…: La alborada, de P. Veiga, y La negra sombra. Seguro que estas piezas estaban en el repertorio de los “gaiteiros”, además de muñeiras y folías”. Es fácil que les acompañase por las fiestas de los pueblos, que para todo había tiempo durante treguas y parones. Debieron de recorrer buena parte. A veces las trincheras entre “nacionales” y “rojos” estaban cercanas y se producían hechos como el que Nonide narra en el Diario (13, enero, 1938): “… a eso de las ocho de la noche, los rojos, por un altavoz instalado en el pinar y que se oía perfectamente, nos obsequiaron varias piezas de música, el Himno de Riego y España cañí, entre otras, e invitaron a los soldados de Franco a pasarse a sus filas. Desde nuestras posiciones se les contestó con los acordes dulces de la gaita gallega, las notas majestuosas y sin estridencias del Himno de la Falange y el Himno de la Legión. Terminó la función pronto”.

A pesar de las crudezas de la guerra, episodios como este y otros me traen a Gila inevitablemente a la memoria. No sé dónde había más efectividad, si en la gaita o en los morteros. Más agradable, sin duda, la música.

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