Diario de León

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Almáciga es el título de un hermoso libro de María Sánchez que contiene un vivero de palabras de nuestro medio rural, no pocas en peligro de extinción, moribundas o desaparecidas. La que nomina la obra se refiere a «ese sitio del huerto que se elige para que las semillas germinen, broten y cojan fuerza». Un recordatorio de un mundo que ya no existe, pero riquísimo de connotaciones e historias. Entre ellas, no pocas con referencia leonesa, al margen de otras también utilizadas por aquí, aunque sin adscripción originaria.

Las dos palabras nuestras que más le gustan a la escritora andaluza son sebes y filandón. La primera, de nuestro campo, se refiere a «setos a modo de linde hechos por manos humanas que constituyen un oasis infinito de biodiversidad, siendo refugio para pájaros, insectos y pequeños mamíferos. Castaños, cerezos, avellanos, carbayos, fresnos y arces forman parte de estas sebes, junto con zarzas, laureles, rosales silvestres, endrinos, saúcos, lantanas y perales silvestres…». Más dedica a filandón —«también podría ser un sinónimo de esta almáciga»—, palabra descubierta en un pueblo y que «desde entonces la llevo conmigo y siempre que puedo la nombro para que llegue a otros cuerpos y lugares».

A servidor le presta especialmente lo escrito en la página 166: «También se utilizaban ramas secas de brezo —o urz— para iluminar las casas en las zonas rurales de León: llumbreiru se dice en leonés, esas velas naturales que colgaban del garamalleiro, que es la cadena que colgaba del lar».

Anoten ahora tres palabras más: las malas hierbas que es necesario quitar «en algunos pueblos de la montaña leonesa reciben el nombre de xirunxos». Y ñeal, «otra palabra del leonés: nido o lecho que hacen las aves para poner sus huevos o criar a sus polluelos». ¿Y qué me dicen de ababayo? «En leonés, a los restos de alimentos que suele dejar el ganado se les denomina ababayo, otra palabra curiosa que añadir a nuestra almáciga».

De los asuntos colectivos cita la facendera. Y la función de las madreñas, con una anécdota referida a tiempos de confinamiento: «… sonrío recordando el bando de hace unas semanas en el pueblo de Burón, en la montaña leonesa, en el que el alcalde recomendaba, en estos tiempos de incertidumbre y desconocimiento, el uso de las madreñas, también llamadas albarcas, zocas o galochas, un tipo de calzado tradicional de madera, ya que la costumbre que trae su uso es la de dejarlas siempre fuera de las casas».

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