Diario de León

Alfonso García

Si no quieres caldo…

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El malestar de la calle cotiza al alza. Todos los gobiernos tienden a protegerse. De ahí que cualquier asunto, incluidos los tan severos de pandemias y emergencias, solo parecen servir para la disputa y la bronca. El espectáculo es bochornoso y conduce a la progresiva falta de credibilidad de la clase política, a la que sobran muchísimos miles de sueldos generosos e inútiles. Diecisiete conjuntos de normas permanentemente cambiantes solo añaden más desconcierto al desconcierto.

Es verdad que Madrid ha sido azotado por un temporal de notables proporciones. ¿Hay algo de falta de previsión, improvisación, dejadez y pulsos políticos? Desconozco la respuesta. Pero ni la nieve ni el hielo se inventaron en la capital de España. Y, sin embargo, la declaración de zona catastrófica no parece incluir a los territorios maltratados históricamente por este y otros fenómenos. Las alegaciones con respuesta negativa están registradas y hablan de dos varas de medir, de la diferencia entre ciudadanos, magnificada, además, por ciertas hiperbólicas y un tanto teatreras informaciones televisivas. Pareciera que España solo fuera Madrid y el resto pueblos de aluvión. ¿O será que un país que presumía de moderno no lo es tanto y los retos importantes hacen saltar todas las alarmas sin respuestas eficaces?

Cuentan no pocos pensadores que crece el culto a la ignorancia. Una buena parte de esta subespecie singular y narcisista se pirra por una rueda de prensa o unas declaraciones, «amparados —escribe un científico español en USA— en el principio creciente de que mi ignorancia vale tanto como tu conocimiento». Y así sucede lo que sucede. «Hablan dogmáticamente de la nieve al verla por primera vez y de la pandemia sin que sepan qué es un virus». Pero predican jaujas sin fronteras, aciertos sin límites y esperanzas sin cansancios. Padecida en muchas primeras personas, la situación sanitaria de este ente autonómico es preocupante. La salvan los profesionales, la complican los políticos. Pregunten no solo a los que llevan el botafumeiro. En una situación tan difícil todos debemos colaborar, pero sin protagonismos.

En este país de la trampa y los trileros que se creen imprescindibles empiezan a asomar las patitas que borran los protocolos de vacunación. Medidas ejemplares. El proyecto de país es asunto de todos. Con respeto e igualdad, sin tantos desafinados. Los ciudadanos también tenemos nuestra cuota de irresponsabilidad. Claro. No lo olvidemos.

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