Diario de León

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Cada primavera se produce un fenómeno curioso. Cuando alborea la trasterminancia de los paisanos que hacen el invierno en la ciudad y vuelven al pueblo, los políticos se divierten con un debate de Barrio Sésamo para interpretar la diferencia de abierto y cerrado en los consultorios médicos. No importa si dan servicio, si atienden las necesidades de los vecinos o cuentan con los medios y el personal necesario, sino tan sólo convencer de que están abiertos. No se han cerrado los consultorios, defiende siempre la Junta, en contra de la insistencia de los paisanos que ven la llave echada, las persianas bajadas y hace semanas que no sienten el ruido del coche del médico frente a la vieja escuela. Están abiertos, insisten los dirigentes autonómicos, por más que los habitantes de los pueblos pequeños se harten de llegar hasta la puerta y encontrarse, en el mejor de los casos, con un sudoku en el que descifrar qué día y a qué hora concreta puede haber suerte; en el peor, pueden llamar al número de teléfono del centro de salud más cercano o pedir cita por internet: una aventura emocionante que persigue que a los mayores se les quiten hasta las ganas de ponerse malos.

Este año, los consultorios no se han cerrado. Ya lo estaban, aunque el realidad se encuentren abiertos, como defienden una vez más desde la Junta y las centrales de propaganda del PP y Ciudadanos, a los que hasta el mandato pasado les parecían trancados siempre pero ahora se han dado cuenta de que se puede ver de otra manera. El argumento en esta ocasión lo soporta la prevención frente al coronavirus. No hay más riesgo en obligar a los paisanos a que vayan a la cabecera de comarca para juntarse con el resto de las poblaciones de la contorna en un mismo centro, por mucho doble circuito de atención del que dispongan, sino en la consulta tradicional. Nada tienen que ver el hecho de la escasez de personal, aumentada por las vacaciones y la ausencia de condiciones para incentivar su incorporación al servicio en el mundo rural. Ni siquiera influye la estrategia deliberada para concentrar población en los grandes núcleos. Ahora que se triplica el vecindario, los consultorios siguen igual. Vale, están abiertos. Tienen razón. Pero que empiecen a pasar consulta los médicos que hay gente en la puerta y no se atreve a pasar por si no hay nadie.

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