Diario de León

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Ahora que tenemos más sensibilidad en el codo que en la palma de la mano. Ahora que hacemos cola para el pan, para la carne, para la fruta, para las camisetas de tirantes en Antoñanzas, para el periódico. Ahora que hemos vuelto a comprar en las tiendas de barrio, donde está la gente de fiar, la que mantiene el tejido comercial alejado de las estrategias de las multinacionales y se sabe el nombre de los hijos, las pastillas que toma la abuela y cuándo hay que ayudar al vecindario. Ahora que hemos visto cómo los agricultores son la garantía productiva de la cadena de alimentos, aquí al lado, en la margen izquierda del Porma, en los Oteros, en la ribera del Órbigo, sin pasar por la especulación de los intermediarios. Ahora que hemos descubierto que, más allá del ruido artificial del ciclo en verde del paso de peatones en los semáforos, hay trinos en las ciudades por las mañanas, huellas de cuatro patas en el dintel de los pueblos y una biodiversidad que recupera su espacio cuando retrocedemos en nuestras costumbres destructoras. Ahora que conocemos los calzoncillos del vecino del edifico de en frente, los palos de las orquídeas sin florecer del cuarto, las habilidades para la pintura de los guajes de la terraza de la esquina, la sonrisa de la señorina que vive sola ahí al lado. Ahora que entendimos el valor de los demás por lo solos que estábamos. Ahora que sabemos cuántas horas caben en un día desde la ventana, cuántos días suman un mes de interior, cuántos meses trepan por encima del reloj para rebasar una cuarentena. Ahora que descubrimos la cantidad de rostros que tiene la miseria cuando las calles estaban vacías y sólo ellos vagabundeaban para no perder a media mañana el auxilio del comedor social. Ahora que asimilamos el valor de un abrazo por el dolor que se agrupa en el pecho cuando no se puede tocar a las personas que se quiere. Ahora que medimos el significado de lejos a palmos de dos metros. Ahora que desvelamos que los asesinos pueden ser invisibles. Ahora que comprendimos que la muerte no hace prisioneros y escoge a los más débiles. Ahora que enterramos en soledad y nos quedamos con el duelo dentro. Ahora que nos concienciamos de que hay que aplaudir a los sanitarios para darles las gracias, pero también luchar por la sanidad para que no vuelvan a jugársela sin medios. Ahora que tenemos una vida que no teníamos. Ahora... Ahora vamos a ver si aprendimos algo.

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