Diario de León

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Al Paleozoico se le fue la mano cuando empezó a esculpir crestas y erosionar fosas hasta formar un manto encabalgado de picos y gargantas desde las cuales abismar el cielo en el mar. La cordillera tiró una raya sobre el terreno, con el pespunte cosido desde las cimas, que el tiempo se encargó de descorrer con el vaivén de los hombres que acaballaron su vida a los dos los de la raya para difuminar las fronteras espaciales en el mapa de los sentimientos. La fuerza de las costumbres y el intercambio de los mensajes desencriptaron el latín de las legiones para alumbrar una fala propia preñada de diptongos que sobrevive en el estribo desde el que cantamos y terminamos las palabras en in. Lo que el Carbonífero separó se encargó de unirlo el hombre. Tan cerca, tan lejos, como los obstáculos que el progreso acumuló en el desarrollo de las infraestructuras que saltaron Despeñaperros con agilidad para vertebrar el país y, todavía hoy, en pleno siglo XXI, traban la comunicación asturleonesa en el cepo de la autopista, gravada con uno de los peajes más caros por kilómetro de España, y en la puerta capada de la alta velocidad que se anuncia, otra vez a un año y medio vista, por las entrañas de Pajares. No interesa. Seguimos solos en mitad de la tierra, hijos de nuestra misma madre.

Los obstáculos relatan la distancia agrandada por las políticas con las que las administraciones se han encargado de negar la fuerza de unión de los dos territorios, que tan sólo tuvieron papel oficial en los billetes que la junta de Asturias y León timbró durante la Guerra Civil. Los fondos no tuvieron curso después, ni cuando los próceres se encargaron de pintar el estado autonómico sobre un mapa de equilibrios partidistas que, conforme a la versión apócrifa, culpa al bloque de derechas de no querer unir la lucha obrera de los mineros y, según Martín Villa, achaca a la izquierda la responsabilidad por su miedo a que ganara UCD. Pero una vez más llegamos tarde al abrazo. El proyecto nace herido: con retraso, bastardeado, chapucero hasta la náusea por la confluencia del Adif y la CHD en el destrozo ambiental de los acuíferos y raquítico. Las pretensiones que alumbraban la unión de León con los puertos asturianos ahora retrasan la línea de atraque factible de la alta velocidad a la playa de vías de Pola de Lena. Habrá que empezar por redefinir la denominación. Cuando llegue, la Variante ya no será la de Pajares, sino la de Esteso.

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