Diario de León

Creado:

Actualizado:

Cómo iba a prever la maquinaria de propaganda de la Junta que, con sus ruedas de prensa de la una, sus campañas de concienciación regional y sus estrategias de adoctrinamiento subliminal en los libros de texto, al final la espita se le iba a abrir en el tiempo muerto de un partido de balonmano. Cuando los esfuerzos se centraban en oscurecer la disidencia política —unas veces con la compra de los que se venden por el precio de su vanidad política, con la excusa de que no es el momento, y otras con la maña de dar tanza al barbo, hasta que se canse de vender que nada libre contracorriente cuando en realidad lleva el anzuelo prendido de las agallas— le meten el micro a Manolo Cadenas y salta el operativo por los aires. En apenas 17 segundos, el entrenador del Ademar resumió un estado de ánimo que empezó por afear a los suyos que les pesaban los huevos, cargó contra los que controlan la competición en Europa y terminó por explotar contra la «mierda de Junta de Castilla y León». Luego, les mandó a luchar: una orden que en el club tiene el rango normativo que el valor en la escuela de gladiadores de Capua o la meditación en los templos del Tíbet. El espíritu de Cadenas merece blasón en una provincia donde se incentiva la desidia y se abona el abandono. La factoría del maestro de Valdevimbre se exhibe como manual para afrontar situaciones adversas con la fuerza del carácter, que se convierte en destino, y la perseverancia de los que no se rinden; con el trabajo y el esfuerzo como valores innegociables para superar las desigualdades de partida; sin porqués de disculpa. Que le pregunten al Barça por la Liga de 2001 que se quedó en León; que interroguen a las decenas de promesas que salieron convertidas en estrellas a fuerza de inculcarles aquella frase de Goethe que grabó en la pizarra, como recogió Gino Fernández en este periódico: «Trata a un hombre como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede llegar a ser». Aquí, recurrimos a Cadenas como en Westminster se plagia a Churchill o en Louisville se cita a Ali. A la espera de que le pongan su nombre al palacio de los deportes, sin referentes a los que asir la orfandad emocional, los leoneses nos agarramos a uno de esos tiempos muertos, como aquel en la eliminatoria contra el Flensburg, en el que acotó la importancia del territorio como medida de reivindicación: «Esto es León y aquí mandamos nosotros». A sus órdenes, don Manuel.

tracking