Diario de León

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Recuperar las fórmulas de cortesía nunca ha sido tan necesario. Ya nadie dice adiós. Ni mucho menos hasta mañana. Porque mañana no se sabe cuándo va a ser dentro de este horizonte que ha logrado cumplir el sueño de Dalí de reblandecer el tiempo hasta doblegar los relojes. Ahora se dice cuídate. Cuidaos: una fórmula de cortesía que en estos momentos de eslóganes, de quédate en casa y todo va a salir bien, adquiere una nueva dimensión que no habíamos previsto. Cuídate ya no es la manera en la que nos despedíamos de alguien a quien hace años que no veíamos y pensábamos no ver en otro tanto. Cuídate, estos días, toma la cercanía que había perdido con el manoseo de las frases hechas de las que tiramos para manejarnos en la vida diaria como etiqueta de educación. En estos momentos, cuídate se lanza como un salvavidas que no se puede rechazar. El mantra con el que cerramos las conversaciones por teléfono, las charlas furtivas en la cola de la compra, los mensajes de móvil que nos atan a la cadena invisible de la comunicación tecnológica, acorta la distancia social con la que el virus quiere expulsarnos de nuestro modelo de vida. Nos cuidamos para los demás porque nunca fue tan generoso el gesto egoísta de mirar primero para uno mismo; una actitud de la que sólo escapan los sanitarios y profesionales que se han convertido en escudo para el resto de los que aspiramos a cuidarnos sin otra vocación que el impulso vital. La defensa enlaza con un discurso plagado de eufemismos para hacer digerible la avalancha de cifras de muerte que nos sirve el parte casi instantáneo de las horas que hemos convertido en curvas a las que buscamos el pico sin darnos cuenta de que esta línea recta no tiene vértices. Con el ánimo de envolvernos en la lingüística de lo ambiguo, hablamos de perder la vida, después de darnos cuenta de que la gente se muere sin explicación aparente, sin enemigo a la vista, sin apenas batalla en la que vender caro el boleto, sin mascarilla con la que protegernos de la realidad. Se mueren personas. Se están muriendo y se van a morir más. Ha tenido que venir una epidemia para que caigamos en que éramos mortales, en que dependíamos los unos de los otros aunque ni siquiera nos conociéramos de vista, aunque pensáramos que la globalización no se escapa de una ventana de internet. Cuídate. Es una orden

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