Diario de León

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Las lecciones de la pandemia no se agotan con el Antiguo Testamento. La nueva ola del virus nos va a dar la oportunidad de reeditar algunos de los capítulos que quedaron peor resueltos desde el Génesis, cuando de repente se vendió la aparición del virus como una plaga bíblica y su extensión entre la población como una suerte de maldición por no se sabe bien por qué pecados, sin remedio, ni manera de aplacarla. Nos metimos en casa con la paciencia de Job a leer el libro de los salmos, mientras nos encomendábamos al señor para que un día abriésemos los balcones y todo se hubiera ido. Aunque ni los profetas mayores, ni los menores que coparon la hora punta de las televisiones se ponían de acuerdo en el sermón, mientras entre la feligresía se apagaban las velas en silencio y nos llegaba de lejos el réquiem bisbiseado a la ventana de los nichos de pared de los cementerios y el abismo de las sepulturas.

El eco nos reclama ahora para actualizar las Sagradas Escrituras. El Evangelio según la Junta nos describe la aparición de un nuevo confinamiento motivado en exclusiva por el abandono de los ciudadanos al pecado del contacto social, pese a los esfuerzos denodados de los representantes políticos por alejarnos del vicio. Pero hay que ir a los apócrifos para encontrar el momento en el que la administración pública decidió invertir en la ampliación de las camas para las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Sólo en esos textos, alejados de la doctrina oficial, se encuentra el reparto que dio a León sólo tres de estas nuevas dotaciones para dejar el porcentaje en 1,74 por cada 100.000 habitantes, a la vez que en Valladolid se optaba por poner 28 plazas más de atención a críticos para elevar su asistencia al porcentaje de 3,30 por cada 100.000 censados en la provincia castellana. En esos escritos se vislumbra también la enmienda al informe que la Consejería de Bienestar Social ha presentado para contar su versión de la plaga que asoló a los ancianos de las residencias, sin aclarar por qué decenas de ellos no fueron trasladados a los centros hospitalarios. Habrá que esperar a ver cómo pasa la segunda ola. El Evangelio según el Gobierno augura que esta vez tampoco se podía haber hecho nada para frenar el avance, que la responsabilidad recae en las autonomías. Por si no han llegado hasta el final les aviso de que el Nuevo Testamento se acaba con el Apocalipsis.

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