Diario de León

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La alusión al Cantón de Cartagena se cita como comparación de mofa de la reivindicación autonomista de León en el mismo chiste en el que se equipara a la Constitución española con las hijas de Bernarda Alba. La obsesión por que el texto guarde su apariencia virgen, pese a las violaciones cometidas por los partidos que han gobernado en las últimas tres décadas, despierta las analogías de los interesados en desacreditar una reivindicación que no sólo cabe en la historia, sino también en la Carta Magna. El turno que hace tiempo aprovechó Francisco Igea -ahí se fija el nivel- le tocó esta semana a Pablo Casado, a quien se le ocurrió tirar del argumento para equiparar la reclamación de los independentistas de Cataluña, por encima del orden constitucional, con la vía que se le hurtó a los leoneses cuando se les negó la consulta sobre la unión con Castilla. «Lo que no tienen es derecho a decidir por nosotros», mezcló el palentino por si todavía quedaba alguien que dudara de que había cursado el máster en Derecho Autonómico por fascículos, sin ir a clase, ni aprenderse el título VII, ni lo que reseña el artículo 143 sobre el autogobierno, ni diferenciar entre un reino histórico y un pronunciamiento federalista republicano. Sin la mínima vergüenza por mostrar el conocimiento constitucional al que, incluso, se llega apenas con unas oposiciones de celador, Casado, heredero de Alianza Popular que defendió la inconstitucionalidad del estatuto de autonomía de 1983, arrastró la reivindicación leonesista por la letrina de los indultos del procés. El aspirante a presidente del Gobierno insistió en que no puede decidir por sí sola «la parte que hace presidente a Sánchez», que era la que hablaba catalán en la intimidad con Aznar y se enriquecía a fuerza de 3% con los Ejecutivos del PP y del PSOE; ni tampoco la que da los votos a Otegi, que son los mismos que durante años sustentaron los consejos de ministros populares y socialistas que hicieron crecer el PIB en la ría de Nervión. Pero con este bagaje, el líder de la formación prefirió hacer un chiste, mientras en León su partido se navajeaba en un congreso de trileros, traidores, arribistas y vendidos que se constituyen en comunidad de bienes para asaltar el botín electoral dentro de dos años. A ver cómo gestiona ahora los cantones que surjan el líder del PP, a quien le clarean las ideas, constitucionales y orgánicas. Se le ve el cartón a Pablo Casado desde Cartagena

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