Diario de León

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Cuando creíamos que el mesianismo salido de Catar se ahormaría en ese tránsito de Messi aupado a hombros con los brazos abiertos y la copa del mundo en la mano derecha, remedo de aquella levitación de Maradona en el estadio Azteca en 1986, el alcalde de la capital leonesa nos ha sacado del error. El Mundial de 2022 pasará a la historia por la presencia de José Antonio Diez junto a su mujer para ver el partido entre España y Marruecos como peaje diplomático para ganar el futuro de León. No hubo otra cosa allí más que «trabajo», como desveló forzado esta semana después de dos meses de ocultarlo por modestia, no por temor a que pensasen los ciudadanos que se trataba de un viaje regalo de vacaciones pagado por el gobierno catarí en el que pudieran alimentarse otras contrapartidas que la filantropía mostrada por un país, subrayó, «amigo de la ciudad».

Pero el viaje pagado del matrimonio Perón trae factura. El alcalde no ha aclarado por qué no informó, como sí hizo en 2019, más allá de la apelación a «un despiste» de agenda que no cabe en quien ha construido al personaje en la política de la nota de prensa y la foto a cada gesto más friki. Ni ha razonado cómo le acompañó su mujer, en vez de un edil, para hablar de proyectos; ni por qué aceptó la invitación, en lugar de que lo pagara el Ayuntamiento como corresponde cuando hay un interés público, en lugar de que lo abonara una empresa con intereses en León y quedaran sueltas puntadas como las que descosieron la carrera política de Camps por unos trajes. Frente a estas sospechas, Diez ha anunciado de repente, la coartada de la reactivación de la misión comercial, pero en la fotografía del apoyo para el titular enlatado se le movieron los empresarios, siempre tan escrupulosos para que su presencia en una mesa no les quite el turno de llenar el cazo en las otras. La estrategia, ahora, pasa por ofrecerse como víctima y venderse como el defensor de León, aunque llegara al leonesismo antes de ayer al olor del voto promovido por las políticas de expolio de la Junta. Quien no defiende todo lo que hace, está contra León, propugna en modo caudillín, llevado a hombros por los costaleros que le siguen como aquel personaje de La vida de Brian que insistía en que el protagonista era el Mesías. «Y de eso entiendo porque he seguido a varios», remataba.

Si le hubieran dejado lanzar el penalti de Busquets en octavos, quién sabe dónde podríamos haber llegado.

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