Diario de León

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No se recuerda un ejemplo de la unión de dos o más instituciones o entidades leonesas de manera desinteresada que no hayan tenido como objetivo joder a otro leonés. En la tierra de las múltiples asociaciones de hosteleros, de comerciantes, de empresarios, nacidas al abrigo de un rencor o una ambición, el poder siempre ha encontrado un lacayo dispuesto para que parezca un accidente. La historia, que es tozuda, regala de vez en cuando agujeros de gusano para que podamos colarnos en sus entrañas y ver la cara que tendríamos ayer. Nos miramos hoy y resulta que en verdad estamos 29 años atrás, sentados en la misma mesa con la que enredó José Luis Zapatero para hacer olvidar que el PSOE, en aquel 1991, se había quedado sentado en el sofá de casa cuando el pueblo se levantó en una huelga general sin precedentes al grito de León, hazte oír . El Pacto por León que acuñó por entonces el circunflejo socialista, aprendiz del presidente del Gobierno que al menos dio alguna herramienta a esta tierra para buscar un futuro, lo intentan resucitar los cereros de los sindicatos ahora que la reivindicación de la autonomía leonesa copa el foco del debate. UGT y CC OO, que en León juegan a ser verso suelto y en Castilla pasan la barredora de la Junta para no perder bocado del pesebre, se inventan la reedición de una propuesta que apenas pasó de dos fotos y un baño de imagen para blanquear a los que, de la misma manera que en ese momento, han marginado a esta tierra plegados a los intereses de quienes dictan las órdenes desde Madrid y Valladolid.

El flower power de todos a una por León ayuda a socializar la culpa para que la culpa no sea de nadie. El invento, con 60.000 habitantes menos que entonces, da tanza al barbo para que se canse de retorcerse en cada reunión en la que se alumbre otro análisis de situación, otro plan sorprendente, otro compromiso de inversiones que, esta vez sí, hay que confiar, nos saquen del agujero en el que nos han metido. Ahí llevamos desde los albores de los años 80, cuando empezaron a azuzar el fantasma de la desaparición de la minería y demonizaron la agricultura para que tuviéramos un argumento en el que justificarnos, mientras tomaban decisiones estratégicas para primar a otros territorios que nos sacan dos cuerpos ya. Ahora que la gente comienza a levantarse, los de siempre quieren que nos sentemos a una mesa.

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