Diario de León

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Hemos perdido el espacio y se nos detiene el tiempo. La limitación de salir a la calle y compartir los lugares en los que nos encontramos, la prohibición de caminar sonámbulos por los sitios de siempre, la restricción a descubrir espacios abiertos nuevos, engorda los minutos y las horas se espacian con la sensación de que no avanzan. No sabemos si es martes o viernes porque traspapelamos el dietario de los días de la semana con el que nos orientábamos para hacer guardar que el lunes se arrastraba el sueño por la mañana y el domingo nos madrugaban las ganas de irnos para la cama por la noche. Ahora, una jornada sucede a la anterior, pero nada cambia; una fecha arranca la hoja del taco del corazón de Jesús de su predecesora, aunque parece la misma. Pese a que tenemos más tiempo que nunca nos cuesta encontrar qué hacer con él porque nos falta el espacio en el que darle significado. Se han parada incluso los ascensores porque no hay nadie que quiera hablar del tiempo. A las dos serán las tres, nos avisan: una hora menos, qué bien.

La ausencia social incentiva el ingenio de la comunidad para tocarse cada tarde cuando llegan las ocho. La herramienta de comunicación conecta a un país que ha encontrado en el sonido de sus manos el eco para lanzar mensajes en la distancia: una señal audible que se cuela en los hospitales y los centros de salud donde los sanitarios desafían al virus, pese a la escasez de medios y la indefensión a la que les exponen los tropiezos de unas administraciones lentas, sobrepasadas e inquietas por armar un relato con el que defenderse cuando llegue el momento de evaluar las culpas de cada uno. El ruido de los aplausos se multiplica con las miles de iniciativas para construir mascarillas, para donar material, para que las fuerzas y cuerpos de seguridad y el Ejército vuelquen su vocación de asistencia social, para convertir las pequeñas tiendas de barrio en un salvavidas para las personas mayores, para confinarse dentro de la residencia de ancianos, como han hecho los trabajadores en la de Caboalles de Abajo junto a los internos, después de que se detectaran tres casos.

La cuarentena nos ha alterado la percepción. Cuando lo veamos con perspectiva nos daremos cuenta de que estos días ganamos tiempo al perder espacio.

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