Diario de León

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Los matices siempre abren la puerta de una adversativa detrás de la que aparece lo contrario de lo que se había prometido, como en la subasta final del Un, dos, tres en la que, perdidos el apartamento en Torrevieja y el Seat Panda, a los concursantes les coronaba la Ruperta. En uno de esos peros, de esos aunque metidos con vaselina, aquí nos dimos cuenta, al ver a los convoyes enfilar la rampa que se abre a la altura del patio trasero del Palacio de los Deportes, de que en León el tren no se soterra, sino que se agacha. Parece lo mismo mas no es igual. Todo lo demás deviene de esa pequeña variación del enunciado que durante las dos últimas décadas adornó el discurso de los partidos políticos que se han turnado en el poder, ahora en el Gobierno, ahora en la oposición, hasta dejarnos con una parada de metro raquítica donde prometieron una integración. La genuflexión ferroviaria, que favorece que se alumbre la cabeza tractora desde la atalaya donde durante 125 años estuvo el paso a nivel del Crucero, deja como burla la pasarela azul eléctrico en la que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) embarcará a los vecinos de Trobajo del Camino, Paraíso Cantinas y La Sal en un paseo en zigzag prolongado para evitar que se den cuenta de que el futuro prometido se remite al pasado del que vienen.

La pasarela se presenta como una burla para los vecinos que reclaman que se cumpla el compromiso del soterramiento por el que les incitaron a esperar. Pero ya saben que al otro lado del emboquille les aguarda la misma mentira que se empezó a cocinar cuando, desarmado el proyecto que se equilibraba sobre la cuerda floja de una promesa inane de Zapatero, el Gobierno siguiente del PP volvió a la integración que había dibujado sobre el plano a comienzos de siglo Álvarez Cascos porque no había dinero, cuando querían decir que no les renta invertirlo aquí. En ese papel la envolvieron los mismos que ahora se hacen cruces con el abandono del ferrocarril en León, mientras el PSOE adobaba la falacia con compromisos de futuros soterramientos, pasos inferiores, túneles y fantasías que no caben ya por debajo del scalextric de Trobajo del Camino, en el que los conductores pueden pararse a ver la tele del salón del segundo piso, ni por el puente de San Juan de Dios que desemboca en un embudo para adornar la paradoja. No mientan más. Aquí, el tren se agacha como quieren que hagamos todos.

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