Diario de León

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La moda de las capitulares, que adornan los textos como lianas desde las que uno se puede columpiar de frase en frase hasta el punto final sin caer en una minúscula, esconde un impulso fálico mal resuelto. Las mayúsculas pierden prestigio por el abuso, como los tratamientos de excelentísimo o el vinagre de Módena, pero permiten reconocer los campanarios desde los que quieren guiarnos para que miremos adelante mientras perdemos pie. Si el concepto se erige en caja alta, desconfíen. Por ejemplo, Transición Justa. El invento, trepado a los discursos oficiales, revela su naturaleza en un territorio como el nuestro, donde tenemos experiencias suficientes para alentar un tour de Chernobil en el que entretener a turistas morbosos de las ruinas en las que quedan los territorios a los que se sacrifica por el bien de otros. Porque después de enterrarnos para arrancar el carbón con el que se calentó el país hasta que surgió otro combustible más barato, sacrificar los mejores valles para convertirlos en grandes depósitos que permitan regar a los de abajo y abastecer a sus polígonos, exportar brazos y talento para el desarrollo de las zonas industriales y uncirnos al yugo de Castilla para compensar los nacionalismos periféricos, nos encomiendan convertirnos en la pila de España.

El plan cuadra la estrategia de vaciar el censo para quitar obstáculos a la compra del terreno a bajo coste. Disuadidos los pocos que quedan de que el impulso de supervivencia justifica todo medio; repartida la propiedad entre herederos que no esperaban nada de las fincas y juntas vecinales con alcaldines que olvidaron la moraleja del cuento del Pocero; divididos los vecinos por los cantos de sirena del empleo efímero que hipotecará el futuro cuando finalice la construcción de las estructuras; se ceba el territorio como muladar para el alimento de los buitres. La debilidad entrega el mapa a las grandes empresas y los especuladores para colocar 32 huertos solares y 22 parques eólicos, como los que se tramitan por ahora, y sus líneas de evacuación. Se reparten por La Cabrera, La Cepeda, Maragatería, El Bierzo y la montaña central y oriental, principalmente, con las declaraciones de impacto ambiental tramitadas por separado para que no se vea la sombra de la desertización que se anuncia en el suelo. Nada crece a sus pies. Espacios recurso, nos llaman los estadistas del negocio. ¡Más mayúsculas! No hay suficientes para colgarlos a todos.

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