Diario de León

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Quien mejor lo entendió fue Zapatero aquella noche en la que De Francisco se quedó a las puertas del Congreso con más de 40.0000 votos y un ejército armado. El leonesismo era un rédito por capitalizar y el PSOE entonces se debatía en León entre la irrelevancia y las homilías con las que Alejo opositaba para narrador de los documentales de sobremesa de La 2. En ese escenario, el futuro presidente del Gobierno tejió una red en la que capturar los votos de los que todavía pensaban que León sólo era posible, aunque estuviera entregado a que no lo fuera. El truco estaba en mantenerse en esa fina ambigüedad, en generar un discurso leonesista a la vez que se fortalecía el poder autonómico; vamos, lo que viene a ser dar tanza al barbo. La estrategia acuñó un eslogan: redefinir el papel de León en la comunidad, como repetía Miguel Martínez, entonces secretario provincial. Más o menos lo que en aquella manifestación multitudinaria de 1984 se resumía en la pancarta que portaban los dirigentes del partido: «Somos socialistas, pero antes leonesistas». Meses después, entregaron la plaza para favorecer la creación del engendro.

El fuego se aviva cada cierto tiempo a conveniencia. El último que lo atizó fue Francisco Fernández, cuando firmó en 2007 un pacto de gobierno con la UPL, en el que se hablaba de promover dentro de la Constitución los mecanismos para avanzar hacia la autonomía leonesa. No hubo más en cuatro años. Apenas se deleitaron en juegos florales para que el partido hablara de la birregionalidad como si fuera un hito, cuando se trataba de una concesión para la galería con la que tragaban en Valladolid a cambio de la fagocitación de los votos de los leonesistas, quienes entendieron tarde que habían rubricado un acuerdo fáustico. Ahora, el nuevo alcalde socialista, deudo de Fernández, vuelve sobre lo segao para defender que la Región Leonesa debería ser comunidad y exhorta a crear una unidad de acción, pero no dice cómo, ni cuándo, ni sobre todo cuánto está dispuesto a arriesgar para llegar hasta el final. De momento, le sale gratis enfundarse la bandera gpara reeditar la farsa y agitar el avispero, en el que el PP, heredero de la derecha que presentó el recurso de inconstitucionalidad contra la formación de Castilla y León, se pone maricomplejines, y Ciudadanos confunde regionalismo con independentismo. José Antonio Diez ya tiene lo que quiere. León, todavía no.

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