Diario de León

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Aunque lo parezca, lo de los últimos días no es León. Pudo serlo. Hasta lo fue en algún momento. Pero la escena que exhibe la Semana Santa no se corresponde con la realidad a diario: calles preñadas de gente, la Catedral con cola a la puerta, manadas de turistas en formación con el pinganillo en la oreja como si fueran el equipo Movistar a la espera de la orden de atacar en la base del puerto, turno y vez de media hora en la carnicería, bandadas de guajes en los parques para ahuyentar a las palomas, retenes para asaltar una mesa de terraza en la que hacerse fuertes a esperar la puesta de sol del Grano, bares asaltados por jaurías de cazadores al ramoneo de las tapas, mientras los hosteleros se debaten entre si fueron antes sus saldos de estraperlo ultracongelado o el reclamo de comer gratis por el precio del dedal de cerveza en el que se ahoga un corto... No. No se engañen. Mañana volverán al desahogo del semáforo en el cruce de Burgo Nuevo con Independencia, de los abuelos cuyos nietos viven fuera, a la tramoya de una capital de provincias en la que la propina del turismo apenas da para sostener el armazón del escenario en el que se representa la obra inacabada del pueblo grande con el que soñó en convertirse León.

La Semana Santa asoma a León al espejo de las generaciones perdidas. El reclamo de las tradiciones, de las deudas de sangre en las que los linajes se reconocen por las muescas que deja el árbol genealógico en las varas de los pasos, recompone durante unos días las ausencias que delata la pirámide de población. Los ritos encuentran su razón en la raíz del sentimiento que liga a los deudos con quienes les precedieron. La devoción remite al homenaje a los que caminaron por delante, a quienes marcaban con el índice en la palma de sus nietos, mientras les llevaban cogidos de la mano a la procesión, el redoble del tambor que lleva la contraria. No tiene que ver con las vanidades interesadas de los figurones descapillados que siempre hacen negocio; ni con la profusión de imágenes en andas sacadas del catálogo de tronistas de gimnasio de Hombres, Mujeres y Viceversa ; ni con la modernez de devaluar la postal insuperable de El Encuentro para convertirla en un vis a vis si n alma, ni sentimiento, ni esencia... Durante estos 10 días, León se reconoce. Pero este año tampoco toca resucitar.

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