Diario de León

Aravaca, verano de 2012

El verano avanzaba con nuestros pies quemados por el asfalto y veíamos el mar en Castilla. Con la operación salida nos echaron de la autopista a las tierras y en Madrid no querían dejarnos entrar

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Cristina Cifuentes era la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Y tuvo la osadía de intentar impedir que la Marcha Negra de los mineros del carbón no pasara por delante de La Moncloa. Hubo que acudir a los tribunales y se ganó el paso.  

Aquella tensión a las puertas de Madrid se vivió en Aravaca, lugar donde se juntaron todas las columnas de mineros que marchaban desde el norte, el este y el sur hacia la capital de España en busca de una solución para las minas de carbón y el empleo en las cuencas.  

Y en Aravaca, verano de 2012, nos recibió el anticipo musical de la inmensa ola de solidaridad que aguardaba en Madrid. Recuerdo a Luis Pastor, antes del concierto, entre los mineros, con la actriz Pilar Bardem. También andaba por allí Víctor Manuel.  

No estamos de aniversario ni quedan minas, aunque sí cuencas mineras y mucho camino que andar en esta provincia donde el último alcalde en tomar posesión del bastón de mando, en la lejana montaña leonesa, ha llegado del Mediterráneo. Marinero de Maraña y ganadero, al fin, en tierra firme. Omar Rodríguez.  

Emigrante flotante, como esos hombres que encontré un día de buena mañana en la estación de ferrocarril de León que se embarcaban en pocas horas en un avión rumbo a Noruega para trabajar en unos túneles. «En quince días volvemos porque allí los sindicatos no permiten que se trabajen más horas de la cuenta», me explicó Varis.  

¿Y qué fue de Cristina Cifuentes? La Fiscalía Anticorrupción pide que sea imputada, al igual que Esperanza Aguirre, por su implicación en la caja B del PP. Es decir, en el dopaje de este partido para tomar ventaja en la carrera electoral y en la captación de adeptos y adictos a sus causas y a la casa de Génova 13.  

Esas son las personas que no querían a los mineros en Madrid, a las que se sumó Ana Botella. La asociación Rosa Luxemburgo sudó para conseguir que el Ayuntamiento de Madrid permitiera usar el pabellón de las escuelas para alojar a los mineros. Y la Universidad Complutense, con su rector al frente, apeló a la soberanía sobre su campus para vencer la hostilidad de Cibeles. Los mineros fueron recibidos como doctores honoris causa de la lucha obrera. Madrid vibraba y lloraba de emoción con las columnas humanas que ascendían por la Gran Vía con las lámparas encendidas en la frente, como la dignidad, entonando Santa Bárbara al llegar a la Puerta del Sol.  

Siete años después, y no es aniversario, a Luis Pastor le han prohibido cantar en Aravaca. El Ayuntamiento de Madrid elimina la actuación programada del cantautor y de su hijo, Pedro Pastor, al igual que el Ayuntamiento de Oviedo prescinde, porque le da gana al alcalde nuevo, de las voces de Rozalén y Rayden para San Mateo. «Es la primera vez que nos pasa algo así», decía Rozalén en su cuenta de Instagram. Mientras que Luis Pastor, de otra generación, recordó atinadamente: «Esto también pasaba en el franquismo». Ya se sabe lo que pasa cuando canta el gallo negro...  

Y pasa en esta democracia de vitrina porque tenemos la conciencia de vacaciones, no porque sea agosto, que ya toca, sino porque como decía ayer Juan Diego en El Mundo : «En cuanto nos descuidamos todos somos señoritos». Y eso que mientras sesteamos se agranda la brecha entre ricos y pobres, que en España es la más gruesa de Europa, y las operadoras de telecomunicaciones acumulan nuestros pasos como tesoros del gran negocio del algoritmo.  

Con la liquidación del carbón daba los últimos suspiros el movimiento obrero. Sin paliativos. El PP lo sabía y no dudó en anticipar la fecha para tenerlo todo atado y bien atado. Pero tampoco hay que olvidar, por si volviera a suceder, que la famosa huelga de La Canadiense, hace 100 años, que logró la jornada laboral de ocho horas empezó en unas oficinas.

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