Diario de León

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Anda el patio alborotado por el lugar que la Filosofía ocupará en el currículum escolar. No voy a ser yo quien señale dónde, cuándo, aunque sí un poco cómo —con más filósofas— se debe enseñar-aprender esta asignatura. Tanto golpe de pecho cada vez que se produce un cambio en la educación, me da pie a dar un toque en defensa de otras materias de vital importancia y por las que nadie se pega ni reconoce horas de trabajo en los colegios y, menos aún, en los institutos.

Hubo un tiempo en que la escuela liberó a los niños y las niñas de las duras faenas del campo, y de otros trabajos penosísimos, incluido el de mineros, para darles la mejor herramienta, cultivar sus vidas y progresar. Aún hoy es una quimera estudiar para criaturas de países donde la pobreza acecha y el patriarcado más brutal tiene institucionalizado el matrimonio infantil en nombre de falsas tradiciones.

En nuestra sociedad se ha alcanzado tal desarrollo tecnológico que la mayoría de niños y niñas ignora de dónde viene la comida que les alimenta, quienes la producen y cómo es el proceso de producción.. Hay que recurrir a las materias extracurriculares o tener la suerte de caer en colegios con proyectos educativos sensatos y creativos para que las nuevas generaciones no se desconecten por completo de la madre Tierra sometidas a una hiperconexión tecnológica.

Ahora hace falta que en los coles enseñen a cultivar coles y las calabazas dejen de ser un suspenso. Que los patios dejen un hueco para el huerto donde aprender a sembrar, quitar malas hierbas y ver crecer la belleza. El huerto es un lugar para estudiar matemáticas, lengua, inglés, francés o alemán, latín y hasta chino, componer poesía, hacer una película, pintar, conocer la historia, bailar... Todas las asignaturas obligatorias y optativas y la más importante de todas: el secreto de la vida. Cavar, seguir el ritmo de las estaciones, dejar descansar la tierra.

La filosofía del huerto debe ser asignatura obligatoria en colegios e institutos. Para todo el alumnado y no sólo para los ‘deshauciados’ del fracaso escolar ni para competir por el mejor nabo. La emergencia climática y la crisis energética obligan a repensar la ecología y la sostenibilidad más allá del lugar cómodo de las marcas y campañas para abonar el terreno desde lo local a lo universal. La filosofía del huerto es también recuperar la memoria para experimentar y recomponer la identidad como seres humanos y miembros de una colectividad. Muchos centros ya aplican la filosofía del huerto, y más allá del huerto, gracias a maestros, maestras y familias y algunos pequeños ayuntamientos que saben que el futuro de sus pueblos está en la escuela y actúan en consecuencia: mimándola como primorosos huertos y no campo de batalla.

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