Diario de León

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Me acordé de la amiga y vecina Tere Colín, una maestra jubilada que debutó en 1964 en la escuela de Lois, en el Día Internacional de las Personas Mayores que la ONU dedicó este año a la ‘Equidad digital para todas las edades’. Tere que, por circunstancias familiares tiene que hacer muchos trámites burocráticos en los últimos meses, ha convertido en una batalla personal la exigencia de ser atendida presencialmente en lugares tan cercanos como los juzgados, la Agencia Tributaria, Seguridad Social y otras administraciones.

Con su tenacidad y capacidad de convicción, que al otro lado de la ventanilla llamarán pesadez, ha logrado que algún funcionario o funcionaria le gestione la cita telefónica o por internet para acudir a servicios públicos. La ONU ha puesto el foco en el aislamiento que supone para las personas mayores la digitalización de la sociedad. Banca digital, declaración de la renta telemática, consulta médica telefónica, cita previa por internet... Los vinos en los bares son casi lo único que queda por digitalizar y puede que llegue el día que un robot en lugar del repartidor de Glovo lleve a casa la comida por encargo. La sociedad digital tiene muchas ventajas, siempre que tengas cobertura y megas suficientes, cosa que no ocurre en muchos pueblos. Fue un alivio ver a abuelos y abuelas comunicarse por Skype a través de una tablet durante el confinamiento y los duros meses sucesivos, sin abrazos, claro. Pero hay mayores que lloran de impotencia por no poder cobrar su pensión debido a la barrera que se ha impuesto en la relación banca-cliente. Lo ha denunciado el presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma), Juan Manuel Martínez Gómez. La huida de los bancos del medio rural, en particular de los que más se han lucrado a su costa, es una inmoralidad que pagamos con dinero público porque todo recae en recortes de personal vía jubilación anticipada. Pintan bastos y es la empresa pública Correos la que ha empezado a poner cajeros en algunos pueblos. Algo es algo. La empresa privada solo va allí donde hay beneficio. Las eléctricas quieren asaltar los pueblos con macroparques solares y eólicos. Y los pueblos están sin banco, sin internet, sin médico en algunos casos y a poco que se descuiden sin luz.

La ONU exige a a los estados garantizar el acceso y la participación de las personas mayores en el mundo digital. Las principales víctimas de la pandemia están sufriendo más la digitalización acelerada que ha provocado. Se precisan fórmulas como fueron en su día los programas de educación de personas adultas en pueblos y ciudades para garantizar sus derechos. Y analizar si desterrar la presencialidad es un avance para lo que nos queda de humanidad. La vacunación alcanza a casi el 80% de la población y vuelve la vida presencial en el ocio de las personas mayores, las últimas en recuperarlo. Algo es algo.

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