Diario de León

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Me ronda con frecuencia un pensamiento en estos casi dos meses que llevamos de confinamiento. Supongo que le pasa al común de los mortales y que se trata de algo que ya nos cuestionábamos antes del encierro. Es más, creo que seguirá en nuestra cabeza después de él. ¿Cómo será todo tras la crisis del Covid? Y cuando digo todo me refiero a todo, a nuestra vida social, familiar, laboral e incluso económica. A todo.

El ser humano es así, siempre buscando respuestas. Nunca nos cansamos de cuestionar esto y lo otro, en busca de una seguridad que muchas veces no encontramos porque, simplemente, no existe. Nos cuesta dejarnos llevar porque siempre queremos saber qué vendrá después. Y sobre todo ahora, cuando el futuro más próximo se presenta incierto.

Decían los estoicos que para cambiar de perspectiva sobre algo conviene utilizar la técnica de a vista de pájaro. Imagínense, elevarnos en las alturas para divisar qué hay más allá, otear el paisaje desde un plano mucho más amplio que el que nos ofrece nuestra pequeña mirilla. ¿No les resulta apetecible?

Cambiar nuestra perspectiva, que ahora todos los indicadores nos presentan más que negra, puede ser de lo más práctico. Sobre todo porque ayuda, por ejemplo, a reducir el enfado. El enfado y el miedo son dos condiciones íntimamente unidas al ser humano. Lo vemos a diario en todos los planos de la vida. Es algo cotidiano, con lo que estamos acostumbrados a convivir. Miren, por ejemplo, a la clase política. No se sabe muy bien si están enfadados o tienen miedo. O quizás ambas cosas. Y podemos ir incluso más cerca, a nuestros vecinos, a nuestros amigos, a nosotros mismos. Se percibe el enfado y el miedo. Dénse una vuelta por el supermercado y miren a la cara a cualquiera que se deje. Miedo. Sobre todo a lo que vendrá. Pero eso nadie lo sabe. Igual que aquí tampoco nadie se había enterado de que un virus procedente de China campaba ya a sus anchas bastante antes de hacerse notar.

Pero, al menos de momento, y aunque el panorama se presenta complicado, no sabemos lo que va a pasar. Algunas cosas dependen de nosotros, pero otras no. Y en este mundo, dominado por el efecto rebaño, resulta ahora más necesario que nunca alejarse de la masa sumisa para conseguir un poco de perspectiva. Y, de paso, un poco de paz.

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