Diario de León

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Una ya desconfía de que algo importante vaya a cambiar en el sistema educativo. Después de no sé cuántas tropelías y cambios absurdos en los últimos años que lo que buscaban, más que mejorar el maltrecho sistema, era dejar la meadita del político de turno para marcar bien el territorio y dejar claro que había pasado por ahí, la esperanza está entre el cero y la nada. 

Leo con interés (una vez más pero está por ver si será de una vez por todas) que la intención de las comunidades autónomas es «revolucionar» la forma de aprender. Queda bien, que conste. El sistema educativo me resulta añejo y caducado, con un tufillo a rancio que no se aguanta. Lo importante no se ha transformado para bien y nos hemos ido perdiendo en detalles que poco o nada tienen que ver con el progreso, sino con la involución, más preocupados por parecer modernos que por ser competentes. Y no hablo de competitividad, otro de los asuntos calientes del sistema y de la sociedad, que fomenta el ser mejor que el otro en lugar de ensalzar valores como el respeto, la empatía o la solidaridad con el de al lado. El caso es que luego la mayoría se suben al carro de la educación en valores, que queda muy bien, pero no saben ni de lo que hablan ni tampoco tienen intención de saberlo. 

Aplaudo, sin embargo, el objetivo de cara al nuevo curso de que los alumnos «sepan resolver situaciones del mundo real aplicando los conocimientos recibidos». Esto me hace pensar que es posible que, por fin, hayamos entendido algo. Las notas nos dan una idea de por dónde van los tiros de los estudiantes, pero se les da una importancia desorbitada. Podemos salir del colegio con unas calificaciones estupendas pero no tener ni idea de lo que va la vida, que es donde está el quid de la cuestión. Sobresaliente en matemáticas, pero suspenso en resolver situaciones cuando se presenta un problema de verdad (de los de la vida y el trabajo a diario); notable en lengua y literatura, pero necesita mejorar en aptitudes sociales o matrícula de honor en ciencias en inglés pero ni idea de qué va tener una familia, educar a unos hijos o llevar una casa con todo lo que ello conlleva. 

De eso ha ido en buena medida el sistema educativo hasta ahora. A ver si, con un poco de suerte, algo cambia. Pero para bien. Más mundo real, por favor.

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