Diario de León

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En estos tiempos en los que uno no sabe si va o viene, si hará calorazo en diciembre y frío polar en julio o si después del virus vendrá la superbacteria que acabará con la vida en el planeta, no parece mala idea comprase una azada y ponerse a labrar la tierra. No porque sea una idea rentable, sino porque es una buena forma de vivir la vida, justo ahora cuando hay tantas amenazas de lo que está por venir. Así lo aconseja el arquitecto y astrónomo leonés Francisco Alonso. Él, que sabe de los ciclos del Sol y la Luna, propone una idea al menos tentadora. «Comprarse un ‘facho’ (azada) y empezar a labrar el huerto, compartirlo y disfrutarlo». Así se lo explicó a mi compañera Ana Gaitero en una entrevista que no tiene desperdicio. Un deseo, como dice Ana, que parece sencillo, pero que está al alcance de la mano y de los deseos de muy pocos.

No me digan. Dedicarse a cultivar el huerto y observar el maravilloso ciclo de la naturaleza, a la que no le van las prisas por mucho que hablen del Gran Apagón o de la tasa del IPC. Ella a lo suyo, que es sumar y seguir, mientras nosotros nos empeñamos en ir apagando fuegos aquí y allá sobre la marcha. Ahora toca virus, luego economía, después un tifón y más adelante Dios dirá porque ya hace tiempo que comenzó la locura universal. Y entre todos estos asuntos nos vamos perdiendo un día sí y otro también, mientras ahí afuera están pasando otras cosas que, en principio, parecen menos interesantes pero que son las que muchas veces esconden la verdadera esencia de todo. O casi.

Puede darse el caso de que esta propuesta no resulte tentadora o que lo sea sólo en una pequeña parte. Conozco a unos cuantos que aseguran que su deseo vital es este, pero en el fondo saben que no están hechos para eso. Normal, porque no estamos acostumbrados ni tampoco nos han enseñado a estarlo. A vivir más despacio, digo. Tampoco eso está al alcance de la mano ni de los sueños de muchos. Una cosa es querer jubilarse y largarse al pueblo y otra muy distinta es aprender a bajar revoluciones, que es lo a lo que te obliga la azada. Yo, por si acaso, me lo voy a ir pensando.

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