Diario de León

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A estas alturas pienso que todo el mundo tiene claro que lo de los consultorios rurales no tiene nombre. Es un despropósito, una vergüenza, una falta de respeto a la gente que vivimos en los pueblos. Una tomadura de pelo. Y se queda corto.

Estamos casi a mitad de julio y la puerta de estos centros tan necesarios siguen cerradas. Eso es lo que yo tengo cristalino. Por lo menos la del mío. Hace cuatro meses que don César no viene por aquí y tampoco hay fecha prevista para su regreso —o el de cualquier otro que tenga a bien poner la autoridad competente—. Seguimos a la espera de que alguien se digne a abordar el asunto como merece, con urgencia. Porque, oigan, esto es más importante que abrir los parques o las terrazas, que ya lucen atestadas de gente. En las salas de espera de los consultorios rurales lo que hace falta, precisamente es eso, gente.

Si hay algo que necesita como el agua la España vaciada es colegios y consultorios médicos. Vamos, lo básico. No hablo de caprichos, sino de necesidades. Necesidades reales porque dicen que la salud es lo primero, aunque no lo parezca si no vives en una ciudad. Sin eso, los pueblos se seguirán muriendo. ¿Qué es lo que no entienden?

A las instituciones les encanta hablar, dar consejos, el autobombo, pero lo de ponerse manos a la obra de verdad, lo de escuchar atentamente se le da bastante mal. Al menos eso están demostrando. Todo son dimes y diretes, pero veo poca resolución de los temas importantes. Se pierden en minucias, en cosas rimbombantes que poco o nada tienen que ver con lo importante de la vida, aunque suenan bien, no lo niego.

Todo esto de la vuelta a la normalidad me parece un caos, un sinsentido que en muchas ocasiones resulta ridículo. El otro día me llegó un meme que decía que las duchas de las playas no funcionan porque los pulsadores son una posible fuente de contagio. Sin embargo no parece haber riesgo en los botones de la máquina de la ORA, que funcionan religiosamente para que pagues por aparcar bajo riesgo de multa. Y dicen que en las rebajas hay cola para pagar. Cuestión de prioridades, supongo.

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