Diario de León

Creado:

Actualizado:

Existe una fina línea que separa el bien y el mal, el blanco y el negro, lo realista y lo surrealista, el amor y el odio y así muchas otras cosas. Pues bien, es sabido que los seres humanos tenemos una enorme capacidad de pasar de un lado al otro como si tal cosa. No lo digo yo, está ahí mismo y es una realidad palpable.

Hubo un tiempo en el que decidimos que había que simplificar y hacernos la vida un poco más fácil. Hasta ahí todo bien. Maravilloso. A esa situación llegamos a base de hacer demasiado. Así que optamos por hacérnoslo más sencillo todo, pero en vez de quitar de donde sobra y ponerlo donde falta nos liamos un poco y seguimos haciendo en exceso y sacando el tiempo de otros lugares extraños. Fue así como empezamos a rascar tiempo de cosas cotidianas y hasta entrañables para cedérselo sin ningún miramiento a la ingente cantidad de tareas cotidianas que se nos tiran encima un día sí y otro también. Por eso, seguimos haciendo demasiado de lo no tan importante y quitamos unos minutillos de aquí y otros de allá para dárselos, por ejemplo, al trabajo. Y así surgieron inventos maravillosos como la lavadora, el lavavajillas, el aspirador o el robot de cocina, entre otras muchas genialidades que de verdad nos hacen la vida fácil y gracias a eso llegó parte del desarrollo porque nos regalaron tiempo.

Pero como somos más bien inconformistas, seguimos tratando de equilibrar la balanza a nuestra manera y al calor de esa idea han ido surgiendo artilugios de todo tipo que más que ayudarnos a simplificar lo que hacen es cargarnos de cosas que realmente no son necesarias y que también necesitan ser gestionadas. Véase, videoconsolas, palomiteras, máquinas cortadoras en figuras geométricas y lo que se le ocurra a cada uno.

Sin embargo, nos dio un poco igual y seguimos a lo nuestro y así llegaron a nuestra vida cosas tan surrealistas como los huevos a la plancha ya hechos y envasados listos para emplatar, las mandarinas peladas y separadas en gajos, las uvas sin pepitas, los fideos preparados para saborear a falta de un golpe de microondas, la tortilla de patatas plastificada y un sinfín de productos que venden, en teoría, para hacernos más fácil y llevadero el día a día, pero que a mí me da que pensar si no habremos pasado otra vez la delgada línea entre lo coherente y lo incoherente.

tracking