Diario de León

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Con todo este lío, una no sabe ni de qué hablar. Bueno, si, de lo único que va de boca en boca estos días.  Intento pensar un poco más allá para no aburrir a los lectores con ‘lo único’, pero me resulta complicado echarme a un lado de la actualidad, esa que manda en mi trabajo y que nos tiene pasmados de un tiempo a esta parte. Resulta complicado aislarse, tanto mental como físicamente, para resetear y ubicarse en un punto de partida distinto cuando el móvil no para de recibir whatsapp con decenas de vídeos, mensajes o audios de todo tipo. Y tampoco es fácil cuando faltan los cara a cara, esos que tanto me gustan para comunicarme con los demás y que me permiten mirar a los ojos de quien tengo enfrente para percibir también muchas señales que forman parte del mensaje que me llega. Esos mensajes sin ninguna tecnología de por medio que también me hacen pensar y me resultan inspiradores en numerosas ocasiones. Me falta eso y mucho más y por eso todo me lleva a hablar de lo mismo. 

Lo reconozco, tengo andancio. Esa extraña sensación que te lleva a saber que algo pasa aunque no sabes muy bien el qué. Andancio, una palabra que me encanta y que estos días nos recorre a muchos el cuerpo. Vivimos en un escenario nuevo, completamente distinto al de hace un mes. Qué digo, al de hace una semana, cuando nada hacía presagiar (al menos a mi), que pocos dias más tarde estaríamos recluidos en casa. Aquel virus extraño que ponía patas arriba China y que consiguió llegar hasta Italia nos resultaba algo lejano hace un mes. Pero ahora está aquí y forma parte de nuestra extraña rutina

Se abren mil interrogantes de todo tipo, pero al mismo tiempo subyace en todo esto cierto mensaje de esperanza. Esta locura que vivimos ahora mismo pasará y quizás no volvamos a ser los mismos, pero sin duda seremos un poquiro mejores, porque todas las experiencias nos hacen crecer como personas y porque la vida, al fin y al cabo, es puro cambio, pura transformación  y pura incertidumbre. Cuando el maldito virus nos deje en paz muchas cosas habrán cambiado y de nosotros depende sacar algo bueno, que siempre lo hay, o quedarnos como estábamos antes, quizás algo más frustrados y enfadados con el mundo. Mientras todo esto pasa, intentaré pensar en otra cosa. A ver si me sale.  

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