Diario de León

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No sé si han visto la película In&Out. En un momento de la cinta, Kevin Kline es incapaz de controlar sus piernas cuando empieza a escuchar música y hasta su cabeza sigue el ritmo. Intenta disimularlo, pero no puede. Las notas musicales son más fuertes que su propia voluntad. ¿A quién no le ha pasado alguna vez lo que le ocurre a Kline?. Dejarse llevar por el ritmo sin ni siquiera darse cuenta de la letra. Del mensaje. A mí sí. Hasta que me he topado con Pepa. Y no hablo de la cerdita dicharachera que adora saltar en los charcos. Me refiero a una mucho menos inocente.

Si ustedes han puesto la radio alguna vez o han ido a alguna fiesta de pueblo este verano conocerán esta canción. «Pepa, agua pa’ la seca», dice la canción. Lo impactante viene después. Un alegato al consumo de drogas componen una canción de lo más pegadiza que estoy segura que ha sido uno de los ‘hits’ de este verano y, lo que es peor, que cantan desde niños hasta mayores y que hasta ha ambientado algún que otro vídeo más o menos serio. Y no es la primera ni la única, que son muchas las que ensalzan la violencia o colocan a la mujer como un objeto sexual. «Si tú me quieres, yo hago lo que sea», dice otra de las más escuchadas en las últimas semanas.

Y digo yo que cada uno cante lo que quiera, faltaría más, pero no estaría mal que fuésemos un poco más cuidadosos con los mensajes que lanzamos a los demás en general y, sobre todo, a los niños en particular. Porque es probable que muchos no entiendan ni la letra porque en la mayor parte de estas canciones lo importante apenas se percibe entre tanto ‘chunta-chunta’. Pero el mensaje está ahí. Y, como todo, tiene un efecto. Muchas veces soltamos palabras por la boca sin ninguna conciencia y sin saber que tanto lo que nos entra por los oídos como lo que sale de nuestra boca nos conforma de alguna manera. Ya he hablado más veces del efecto Pigmalión, que hace hincapié en la importancia de las palabras. Tiene un poder muy importante que es capaz de cambiar actitudes y hasta percepciones de la realidad. Una especie de profecía que hace que las creencias y expectativas de una persona sobre otra influyan de manera directa en esta última. Y esto no es una canción.

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