Diario de León

Creado:

Actualizado:

Es probable que de la pandemia salgamos reforzados. En algunas cosas. O al menos eso pensaba yo porque todos los baches conllevan un aprendizaje.

Pero ya empiezo a dudar de que lo de mejorar sea algo general, sino que más bien dependerá de cada uno a nivel individual. Cada cual que aprenda de esto lo que pueda.

Lo que está claro es que es un error esperar a que esto que nos atañe ahora acabe en algún momento porque, aunque así será, no sabemos cuándo y —lo que es peor— no sabemos cómo. Así que vivamos lo mejor que podamos con o sin covid. Y no esperemos ‘a que esto pase’ para hacer lo que tenemos pendiente. 

El virus nos ha dejado bien claro que muchas cosas no funcionan y que es hora de empezar a cambiarlas. Dicen que cada vez más expertos están estudiando  el por qué de un nuevo fenómeno que nos ha traído: aburrirnos del aburrimiento. Esta palabra  denostada tiene para mí un efecto casi místico. Aburrirse es maravilloso.  Sobre todo en una sociedad como esta en la que la hiperactividad y el hacer el máximo de cosas en el menor tiempo posible es el objetivo prioritario. Y claro, cuando uno para no sabe qué hacer. El no hacer nada es ese tesoro preciado por su escasez y aburrirse del aburrimiento, la nueva pandemia. 

Estamos acostumbrados al estímulo constante y de todo tipo y cuando el coronavirus nos obligó a parar de forma abrupta tuvimos que replantearnos qué hacer con este tiempo que empezó a sobrarnos. Ahora, que ya ha pasado un tiempo prudencial de aquello, parece ser que empezamos a aburrirnos de tanto aburrimiento y nos cansa pensar en qué hacer para no seguir aburriéndonos.

Ya no sabemos entretenernos sin tener la agenda a rebosar, mil planes que hacer o muchas asuntos que solucionar. Lo vemos desde hace tiempo entre los niños y niñas, quienes viven a golpe de estímulo y de pantalla y que ni siquiera saben que antes la gente se relacionada de otra manera más cercana, no sé si mejor, pero en otra época nos acercábamos más lo unos y las otros y nos mirábamos a los ojos.

Ahora intentamos averiguar qué nos pasa cuando no nos pasa nada. Qué es ese andancio que nos invade cuando, por fin, conseguimos rebajar la marcha.

Y, digo yo, que el aburrimiento es todo un arte con el que conviene reconciliarse. Por lo que esté por pasar. Por mí, bienvenido sea. 

tracking