Diario de León

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Dicen que las comparaciones son odiosas y será cierto, pero a veces son inevitables. Tenemos la manía de mirar con el rabillo del ojo lo que hace el de al lado, sólo por saber y, de paso, por tomar nota, que nunca viene mal. No les contaré mi último episodio con el sistema público de salud porque ya lo hice la semana pasada con el penúltimo y en la facultad nos dejaron bien claro que cuando no hay nada nuevo no hay noticia, aunque el asunto se repita más que el ajo.

A mi me llama la atención cómo funcionan las cosas que son de todos en otros países. Aquí, como en todos los sitios, hay asuntos que funcionan y asuntos que no, pero lo que está claro es que lo público es bastante mejorable, y no lo digo para caer en el pesimismo ni el victimismo, que no suelen llevarnos a ningún lado, sino para dar un toque de atención.

La sanidad gotea por todos los sitios como una tubería pinchada que ya no da más de sí. Ya sabemos lo complicado que es que te cojan el teléfono en el centro de salud y lo que se tarda en que te atienda el médico en la mayoría de los casos. Y eso ahora, con la pandemia encima, pero es algo que ya se dejaba sentir antes de ella, lo que pasa es que ha llegado un momento en que ha dejado de parecerlo para empezar a serlo sin dejar dudas. Y que conste que no estoy hablando de personas, que las hay muy válidas e increíblemente profesionales, estoy hablando de un sistema compuesto por personas, sí, pero con un mando bastante abstracto, que es lo que pasa con lo público que es de todos pero a la vez parece que no es de nadie. La sanidad era la joya de la corona española, pero eso era antes de que se cerrase el grifo de la inversión y de que apareciese el covid.

Tampoco la educación es un ejemplo. Y es cierto que muchos no apuestan por ella porque hay otras opciones, pero también es evidente que hay mucho que mejorar. Me contaban hace poco que en Luxemburgo la educación pública es casi una religión para los habitantes de ese pequeño país. El sistema público escoge a los mejores profesores del privado y les ofrece un sueldo tentador para que cambien y por eso tienen una educación de cinco estrellas. En España falta inversión y algo de motivación.

Y sólo son dos ejemplos, pero hay más Ya los conocen. Lo público debería ser sagrado y tratarlo como tal por parte de todos. Sin excepciones. Sólo así dejaría de ser una problema para convertirse en una solución.

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