Diario de León

Creado:

Actualizado:

Como todo lo que nos acontece desde el pasado mes de marzo, la Navidad también será diferente este año. Lo fue la Semana Santa, el verano y las fiestas que están a la vuelta de la esquina no iban a ser menos.

El caso es que todo el mundo habla ya de la Navidad. Normal. Acaba de empezar el adviento y ya se respira la magia típica de esta época del año, aunque con cierto tufillo a vacuna. Pocas cosas parecen ser iguales que antes.

Se percibe cierta inquietud. Nadie sabe a ciencia cierta cómo podremos pasar estas fiestas. No se pueden hacer muchos planes porque las restricciones están ahí y, aunque circulan muchas conjeturas, lo cierto es que, al menos de momento, no es mucho lo que se puede hacer. Si para algo nos ha servido esta pandemia es para darnos cuenta de lo importante. No siempre es todo malo, aunque en un principio pueda parecerlo. Hasta de lo peor se sacan, por lo menos, lecciones que no deben ser olvidadas.

En Navidad siempre ha reinado cierto despilfarro. Es época de gastar. Ya saben: regalos, comidas, cenas, lotería, viajes para ver a la familia y algún que otro capricho que para eso cobramos —los más suertudos— la paga extra. Pero este año algo —o mucho —ha cambiado. Parece que hemos olvidado un poco ese ansia consumista y nos hemos centrado en lo de verdad. Poder juntarnos con nuestra familia se ha convertido en el objetivo prioritario para muchos. Lo de los regalos y demás adornos ya se verá cuando se resuelva lo prioritario.

Tengo que decir que me fascina la capacidad del ser humano de resurgir cuando todo se pone en contra. Necesitamos una esperanza apoyada en los datos y en los hechos. Un rayito de luz ante el miedo. La tercera ola de coronavirus parece no querer soltarnos y los datos tampoco acompañan, pero llega la Navidad y, como siempre se ha dicho, es época de esperanza. No parece que el año que está por llegar zanje el asunto que nos mantiene en vilo desde marzo, pero nunca se sabe. Otra cosa que nos ha enseñado este virus es que conviene ir paso a paso, dejando de mirar tanto el futuro y de anclarnos al pasado, porque la vida es un cambio constante.

tracking