Diario de León

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Recuerdo perfectamente aquel olor a lúpulo que marcaban los últimos días de las vacaciones antes de volver a la maratón que dicta el reloj cuando va acabando el verano. Lo inundaba todo. Un olor fuerte y penetrante, pero rico. Al paso de los carros cargados hasta arriba de camino a la peladora, el rastro era perfectamente reconocible a muchos metros de distancia. El pueblo entero olía a esa flor de un verde intenso.  

Para mí, el lúpulo está ligado a los meses de agosto y septiembre y a los veranos de mi infancia y juventud. Hasta lo llevo grabado como recuerdo, aunque tampoco se me iba a olvidar fácilmente. 

Es ahora su momento. Toca trabajarlo más intensamente que el resto del año y hay que echar el resto para que la planta trepadora se recoja en su justo punto. Ese oro verde que es el germen de la cerveza, pero que tiene otras muchas propiedades menos conocidas. 

Hago aquí un alegato a un producto autóctono, genuino y con mucho potencial, pero que está de capa caída. Y aunque trabajar el campo no es plato de gusto para la mayoría, pese a que ya no suponga dejarse el pellejo como antes, todavía hay unas cuantas familias que viven de este cultivo en varios rincones de la provincia como la ribera del Órbigo. 

Pero pasa como con casi todo, que solemos despreciar lo que nos rodea para poner el punto de mira en lo que está más lejos aunque sea peor. Despreciamos lo nuestro y hasta lo maltratamos, descuidándolo para ensalzar cosas ajenas. Y eso es lo que ha pasado con el lúpulo, entre otros. Quienes lo cultivan se quejan del bajo precio que les pagan y del trabajo que supone atender las plantaciones para un rendimiento que ya lleva tiempo a la baja. 

Y, sí, es un oro local, de nuestra tierra, pero que sale en su mayor parte fuera de nuestras fronteras para su disfrute en otros países en forma de bebida que refresque un poco la garganta de tanta sequedad a todos los niveles.

Así que digo yo que por qué no empezamos por lo que dicta el sentido común, que es atender lo nuestro, cuidarlo y ensalzarlo como se merece y ya después, si acaso, nos fijamos en lo demás. El lúpulo es un cultivo denostado, como muchos otros, y mientras va ganando adeptos en las barras de los bares va perdiendo gente que le dedique tiempo. Por algo será. 

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