Diario de León

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Vaya por delante que a mi no me gusta meterme con nadie. Adoro la paz y hasta diría que huyo de los conflictos. Es una cuestión de egoísmo porque no lo hago por la otra parte, sino por mí. La semana pasada me metí una vez más con la clase política porque parece que no acaban de entender a qué han venido aquí y pensaba tomarme un tiempo antes de emprender un nuevo ataque, pero me lo pide el cuerpo.

Es bien sabido que en este país lo público es cualquier cosa menos sagrado. No voy a hablar de cómo funciona en otros países lo que es de todos, pero tengo la sensación que ‘español’ y público’ no casan bien con ‘honesto’. Vamos, que aquí todo el mundo mete la mano en la caja común antes de rascarse su propio bolsillo. Y así nos luce el pelo.

Pero es que además, en nuestro maltrecho sistema público para hacer cualquier pequeño trámite, lo primero que te hacen es echarte un montón de papeles encima con el fin de que desistas más pronto que tarde de lo que tenías pensado hacer. Y no les cuento si de lo que se trata es de montar un negocio que genere empleo.

Se me ocurren un montón de ejemplos de este tedioso papeleo del que les hablo. Ahora que toca hacer la declaración de la renta, por ejemplo. Entiendo que haya expertos en todos los campos y hasta gente que se le da bien casi cualquier cosa y que es capaz de hacer sus propias cuentas con el fisco, pero díganme: ¿alguien ha sido capaz alguna vez de apañárselas con el programa Padre o con el DNI electrónico? Muchas veces me pregunto si no es más fácil confirmar el borrador con lo que salga y en paz.

De trámites entre administraciones hablan también las familias que tienen que recorrer a diario un kilómetro a pie para poder llevar a sus hijos al colegio. Y no es en Burundi, sino en Manzaneda de Torío. Resulta que el autobús se niega a entrar en el casco urbano del pueblo porque la carretera es demasiado estrecha. La verdad es que no sé quién tiene que responder aquí ni me importa, lo que está claro es que la administración competente debe resolverlo cuanto antes y si ese autobús no entra, que cambien de compañía o que compren otro más pequeño, Así es como se resuelven las cosas, tomando decisiones y no cruzando acusaciones entre unos y otros y pidiendo una infinidad de papeles para arreglar problemas. Y en eso ya sabemos que las instituciones públicas son expertas.

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