Diario de León

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El sistema educativo español no tiene un problema, tiene varios. Sobre todo porque es lo contrario de lo que debería ser. Dejemos a un lado el contenido académico en sí mismo porque, si bien tiene su importancia, lo que debería importarnos realmente es qué clase de personas estamos formando en los centros educativos. Hemos perdido el foco hace tiempo y lo hemos situado en los resultados, en las notas, en aprobar o suspender, en una pura competición en detrimento de algo tan trascendental como la calidad humana. Porque lo que forma el sistema educativo no son sólo futuros abogados, artistas, médicos, técnicos, funcionarios o lo que sea, son, ante todo y sobre todo, personas. ¿En qué momento pusimos lo primero por delante de lo segundo? Y, sobre todo, ¿por qué?. Deberíamos analizar todo esto ya que, si hay algo importante es la base, lo que subyace debajo del traje. Ahí está la clave. Nos preocupamos de lo que se ve, de lo que perciben los demás, de lo que se espera, más que de lo que de verdad importa. Aunque ahora parece que ya nada importa.

Y todo esto viene a cuento del relato sin ficción de una madre que salvó a su hijo de quitarse la vida. Al parecer, el chico sufría acoso en clase y eso le llevó a intentar quitarse del medio hace apenas dos semanas en el Bierzo. Un caso que sobrecoge, como los que suceden prácticamente a diario en otros colegios e institutos de España.

Que alguien acuda a diario a un centro educativo muerto de angustia por tener que enfrentarse a un acosador (o acosadores) es motivo más que suficiente para ponerse a buscar una solución de inmediato. Porque no es un problema sólo de quien lo sufre, es un asunto social, que nos incumbe a todos y que deja negro sobre blanco que tenemos mucho que mejorar a nivel humano. Y no, la solución no es apartar al acosado, sino a los acosadores. Y algo estamos haciendo mal cuando muchos de los niños y niñas que llegan a las consultas de los psicólogos y psiquiatras no son los agresores, sino las víctimas, que se sienten fuera de lugar, que no encajan, que no hacen lo de la mayoría y que sufren tremendamente porque no entienden de qué va este mundo. Una señal más de que esta sociedad enferma no va por buen camino.

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