Diario de León

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Algo pasa cuando lo que falta es talento. Aunque no conviene generalizar porque es la forma más cómoda de tratar de no confundirse nunca, lo cierto es que la mediocridad abunda mucho más que su opuesto. Es una realidad palpable allá donde vayas. Y justamente ahí está el problema. Tendríamos que pararnos a analizar qué es lo que pasa en un mundo dual el que se nos enseñan que las cosas son malas o buenas, blancas o negras cuando la cara triste le gana la partida a la carita sonriente.

Esta disonancia se ve claramente en el mercado laboral. El asunto del empleo es trascendental en una sociedad que quiere avanzar, simplemente porque es la forma más rápida de crear riqueza. Trabajas, te pagan y consumes y así se va moviendo la rueda económica. Aunque trabajar más no significa que te paguen en la misma proporción, cuando más gastas el flotador económico se va inflando y sobre él se asienta en buena medida el estado del bienestar.

El caso es que lo que pasa en el mercado laboral leonés es extrapolable al panorama nacional. Mientras miles de personas buscan un empleo que haga que su particular rueda económica pueda ir girando, otras tantas empresas buscan gente para trabajar pero no la encuentran. Es otra muestra más de la incoherencia reinante. La oferta y la demanda no cuadran.

Se quejan los empresarios de que no hay talento. Hay mano de obra, pero escasea el ‘cerebro de obra’. Y digo yo que puede ser que esto tenga que ver con lo que viene de atrás. Todo tiene un principio y a lo mejor no hemos enseñado a la sociedad que trabajar es mucho más que tener unos estudios o que buscarse un trabajo cualquiera para ganar un dinero sin más. Trabajar, en el sentido amplio de la palabra, va ligado a una serie de aspectos como el compromiso, el esfuerzo o las ganas. Educar en valores lo llaman. Pero, además, conviene que la elección de a lo que te quieres dedicar se haga con consciencia, porque es algo a lo que dedicarás muchas horas de tu vida. Todo el mundo tiene uno o varios talentos, pero no nos suelen enseñar a encontrarlos y mucho menos a cuidarlos. Mejor haz algo que te dé de comer y déjate de tonterías. Y, claro, ahora resulta que lo que falta es talento.

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