Diario de León

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La foto electoral evidencia la consolidación del independentismo en Cataluña. Tanto acusar Pedro Sánchez a Mariano Rajoy de ser una máquina de hacer independentistas, y justo con él en el Gobierno, con su mano tendida, obtienen las formaciones secesionistas más del 50% de los votos. Pero, claro, tras las sonrisas y lágrimas de la noche electoral, todo vuelve a empezar. Y el panorama es para salir corriendo.

La decadencia a la que los separatistas han abocado a la comunidad autónoma promete enquistarse si se repite la alianza entre ERC, JxCAT y la CUP y sus proclamas de amnistía y autodeterminación. Es el día de la marmota. No van a tener sencillo los guionistas de La Moncloa mantener vivo el «efecto Illa». El quijotesco paso del candidato del PSC para presentarse a una investidura es papel mojado: puro postureo para evitar el inmediato olvido de su triunfo electoral. Bien sabe que con este panorama va a proseguir el reinado rupturista y él habrá pasado de ministro a diputado autonómico sin aspavientos.

Algo más puede anticiparse. Las miradas socialistas están ya en el medio plazo, en las municipales de mayo de 2023. Hay un formidable poder territorial en juego. Cerca de un millón de electores en su día naranjas se quedaron en la abstención. El PSOE quiere conquistarlos, aunque sea mucho ambicionar sentado con Podemos en el Consejo de Ministros. Sin duda, el papel de Salvador Illa sería ejercer una oposición constructiva y constitucionalista para ganarse a esos votantes centristas, pero tal vez sea pedir demasiado teniendo como apuesta la mesa de diálogo con quienes desean irse de España.

Entretanto, Sánchez ha sacado rápidamente su artillería a nivel nacional. Se trata de exhibir músculo por los resultados catalanes para erosionar más si cabe a la oposición. Aunque ella, por si sola, baste para agrandar el error. No ha dejado tiempo ni a que se lama las heridas. De la Ejecutiva Federal del PSOE ya salió el emplazamiento a los debilitados PP y Cs a que rompan sus acuerdos con Vox. Les acusa, incluso, de poner en riesgo la democracia. Los asesores del líder socialista han desplegado una estrategia para desdibujar a Pablo Casado, a quien dan por «muerto» demasiado deprisa. La muletilla que más utilizarán los próximos días dirigentes del puño y la rosa será acusar al líder del PP de «alimentar» a Santiago Abascal. Igualmente, comienzan los movimientos hacia Inés Arrimadas, ahora en tierra de nadie, para darle el «abrazo del oso». Es decir: acabar con ella.

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