Diario de León

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En La Moncloa tenían diseñado que, para hacer pie en este 2023 y afrontar la cita con las urnas municipales y autonómicas, necesitaban soltar lastre, pasar página de todos los conflictos y llevar el debate por los derroteros que más podían beneficiarles, llenando sus comparecencias de cifras económicas supuestamente positivas y sin detenerse en la autocrítica: lo justo para apuntalar el mensaje de que la izquierda sabe gestionar y lo hace con mayor sensibilidad social. Pero el Gobierno ha entrado en febrero con los rotos de la fallida ley del Sólo Sí es Sí como clave de bóveda.

La pretensión de los guionistas socialistas de abrir una nueva página de la Legislatura ha naufragado a menos de 100 días de las elecciones. Todo se ha torcido. El aliento que pretendía recuperar el PSOE se ha teñido de pesadumbre por la inquietud que genera la cascada de revisiones de condenas de agresores sexuales. El mar de fondo, innegable cuando acaban de cumplirse cuatro meses de la entrada en vigor del proyecto estrella de Igualdad, ha sacado a relucir el estado agónico de la coalición de Gobierno, toda vez que Pedro Sánchez se ha visto en la tesitura de enmendar la norma y además por su cuenta, en contra del criterio de Irene Montero.

El enconamiento de posiciones en el seno del Consejo de Ministros ha evidenciado con crudeza el siempre falso cántico de «dos partidos y una sola voz». Los socialistas niegan la posibilidad de una ruptura, elemento en el que coinciden los morados, que tampoco pretenden salir del Gabinete. Pero, qué duda cabe, la brecha por la chapuza del Solo Sí es Sí ha añadido una trifulca extra a una concertación que ha sufrido convulsiones en toda su andadura. La proposición de ley registrada en solitario por el PSOE es básicamente un corta y pega de una propuesta del PP de hace un par de meses. Aquí reside, precisamente, una de las causas de tensión entre los socios de coalición. Está por ver que en este nuevo cambio del Código Penal acelerado se hayan calculado todos los extremos.

«Una vez ‘esto’ pase, quedarán todavía dos meses para explicar la gestión del Gobierno», confían en Ferraz. «Es todo tan estremecedor que casi no da tiempo a digerir nada, pero creo que estamos inmersos en un bucle jodido», admiten sin reparos algunos dirigentes territoriales. «Todos en estado de vértigo», añaden. Eso sí, todos coinciden en los inconveniente de estas trifulcas públicas a las puertas del 28-M.

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